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mundo grúa

botón

(escuchando carmel, the drum is everything)

pulse el botón nosotros haremos el resto. sólo tiene que posar su dedo sobre la superficie redonda y roja del botón. puede usar cualquiera. el índice, el pulgar, el anular, o incluso el meñique. sí, sí, el meñique también. no es un botón que se resista, estese tranquilo. lo único que tiene que hacer es pulsarlo. vamos. no tenga miedo. los beneficios pueden ser magníficos. sólo piense en lo que puede llegar a hacer con todo lo que conseguirá si lo pulsa. es fácil. mire, voy a guiarle. levántese la manga del brazo derecho. o del izquierdo si es usted zurdo. ahora sitúe la mano a la altura de la cara. respire con calma. tranquilo, todo va a salir bien. ahora gire la muñeca de forma que la palma de la mano quede hacia adelante y extienda el dedo que prefiera. listo? vamos allá. baje la mano de golpe y, con el dedo extendido, presione el botón rojo. ahí está, muy bien. lo ha echo estupendamente. ahora no se preocupe. ya está. ve? las luces de colores le indicarán si ha ganado premio o, por el contrario, debe seguir pulsando el botón. oh, vaya, esta vez no lo ha conseguido. pero tranquilo, aún le quedan varias oportunidades. vuelva a intentarlo. venga, vamos, usted puede. ve? es así de sencillo. vuelva a observar las luces. mire. ahora sí. acaba de recuperar lo que se jugó la última vez. calle, escuche. el sonido de las monedas es mágico, verdad? recójalas de la bandeja. son suyas. sin miedo. perfecto. pero no se vaya, hombre. no sabe que aún le queda mucho por jugar? ahora puede usted ganar hasta mil veces lo que se ha jugado. vamos. vuelva a intentarlo. con lo que ha ganado. no pierde nada. vamos. de nuevo. el botón. tiene que pulsar el botón. muy bien. lo está usted haciendo muy bien.

bueno, no es reconfortante saber que ser miserable sigue siendo mejor que ser un idiota? Lauren Ambrose, a dos metros bajo tierra.

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cine

espera

(escuchando, King Britt, sister Gertrude Morgan)

Adéle: puede que no me merezca nada mejor. debe de estar escrito en algún sitio, no sé dónde. hay gente que ha nacido para ser feliz, y a mí todos los días de mi vida me han engañado. todo lo que me prometieron, me lo creí, pero nunca he conseguido nada. no sé hacer ninguna cosa, no le importo a nadie. no soy feliz. ni siquiera soy realmente desgraciada, porque seguro que te sientes desgraciado cuando has perdido algo, pero nunca he tenido nada mío, sólo mi mala suerte.
Gabor: cómo se imagina el futuro, Adele?
Adéle: no lo he pensado. cuando era pequeña sólo deseaba una cosa: crecer. quería que sucediera deprisa, pero ahora no sé para qué ha servido todo esto. no sé para qué. hacerme mayor. el futuro es… es como una sala de espera, como una gran estación con bancos y corrientes de aire, y detrás de los cristales un montón de gente que pasa corriendo, sin verme. tienen prisa. cogen trenes, o taxis. tienen un sitio a donde ir, alguien con quien encontrarse. y yo me quedo sentada, esperando.
Gabor: qué espera, Adele?
Adéle: que me ocurra algo.

Vanessa Paradis & Daniel Auteil, la chica del puente.

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cine

regalo

(escuchando Kylie Auldist, made of stone. live to funk, funk to live)

Volodya: feliz Navidad!
Lilja: es Navidad?
Volodya: sí.
Lilja: No lo sabía.
Volodya: tengo un regalo de Navidad para ti.
Lilja: de verdad?
Volodya: sí. ven conmigo, mira.
Lilja: qué es?
Volodya: todo esto. el mundo entero. las casas, los coches, las calles, el viento… todo es tuyo. puedes hacer lo que quieras.
Lilja: lo siento, pero no estoy segura de que sea un buen regalo. el viento, y la niebla. es demasiado frío. y este mundo no es tan bueno. podría saltar al suelo, y volar.
Volodya: no, no puedes.
Lilja: por qué no? depende de mí. ya conozco esta vida. y es una mierda.
Volodya: no, no lo es.
Lilja: sí lo es. es una mierda.
Volodya: no lo es.
Lilja: por supuesto que sí.
Volodya: pero es lo único que tienes. esta vida es la única que tienes.
Lilja: no quiero esta vida. no me interesa.
Volodya: mírame a mí. me suicidé y fui al cielo. y sí, allí se está muy bien. pero regresé, porque quería vivir un poco más en el mundo. permaneces muerto durante toda la eternidad, pero estás vivo sólo durante un momento. yo no estaba preparado todavía. ni tú. todo el mundo te escupe, pero no estás preparada. pero salta si quieres. no es peligroso, vendrás conmigo. pero entonces perderás. y los cabrones que te escupen habrán ganado.

Artyom Bogucharsky & Oksana Akinshina. Lilja 4-ever.

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microcuentos

ego

(escuchando vvaa, little music psichedellic collection, vol. 15)

las palabras quedaron ahí, flotando en el aire, como suspendidas en el bocadillo de un cómic. sabía que no las había usado como debería. sabía que había caído en la única tentación en la que no debía caer, el ego. la respuesta no se hizo esperar y sonó como suena el silencio cuando no hay nadie al otro lado. por favor. no ahora ya no hay por favor, ahora ya no vale de nada pedir por favor. el único error en el que no debía caer. luego dejó que su cuerpo rebotara contra el colchón del sofá. y se hundió en el aire vacío que le había dejado.

César: a ver, cómo quiere que se lo cuente? no lo iba a entender. no lo entiendo ni yo. ella se puso a hacer café, y yo empecé a cotillear en sus cosas. y, de repente, sentí esa estupidez que por lo visto le da a mucha gente.
Antonio: qué sentiste?
César: que la quería. Dios, me da vergüenza hasta decirlo.

Eduardo Noriega & Chete Lera, abre los ojos.

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mundo grúa

miedo

(escuchando el traqueteo de los dedos sobre el teclado)

la primera noticia te pilla comiendo. el grano de arroz se te queda en la garganta y no sabes muy bien cómo reaccionar. esta vez ha sido en casa. en tu casa. en la de tantos otros que sienten esta isla llamada roqueta como parte de su territorio emocional. esta vez ha sido frente al local en el que viste al bueno de Riki López y su buenrollitina. esta vez ha destrozado la vida de dos jóvenes que acababan de aterrizar en su trabajo, uno de ellos motero, como tú. esta vez has visto como los cuerpos carbonizados salían desprendidos del coche y uno de ellos terminaba en las ramas de uno de esos pinos que forman parte de un paisaje del que sólo se podía desprender la paz del mar que lo rodea. esta vez ha destruido dos familias sólo porque sus hijos formaban parte de la Guardia Civil, sólo porque fueron felices al encontrar un destino como el de este lugar de calma que vive de sus visitas y que las agradece tanto. esta vez no sabes muy bien qué decir ni qué pensar. y quieres que termine todo pronto, que pasen los días y que la rutina venza a la tristeza y la rabia. los mallorquines somos así, lo interiorizamos todo y vivimos con ello casi sin inmutarnos. ahí radica el éxito del Mediterráneo. pero no. no termina. y cae el techo del restaurante italiano en el que celebraste el cumpleaños de tu mujer. aquel en el que disfrutaste de comer y te reíste mucho con los camareros. aquel que te pareció que era un lugar al que podrías volver, justo a siete manzanas de tu antigua casa, en tu antiguo barrio. un barrio que echas de menos y al que acudes de vez en cuando a tomarte una cerveza. y el bar en el que estuviste sentado hace pocas semanas con tu mujer y tu hijo también ha formado parte del plan del miedo. entonces tiemblas pensando que es mejor si hoy no sales de casa, y te quedas con los ojos clavados en el televisor, con tu hijo sobre las rodillas sonriendo, ajeno a toda la mierda que puede llegar a acumular un corazón, porque cabeza y alma son ajenos a todo esto. porque dicen que están en guerra y que tienen que seguir luchando contra los opresores. pero dos jóvenes recién salidos de la academia no son opresores, ni los dependientes de las galerías comerciales donde explota una tercera bomba. unas galerías en las que tú te comprabas los discos de vinilo. unas galerías que están encima de la heladería de Jaume y Dori, una de las mejores de la ciudad con dos de las mejores personas que conozco. y entonces piensas en todo el daño que podían haber hecho. y sientes miedo. y eso es algo que no habías sentido hacía mucho tiempo. pero te repones y sabes que el tiempo y la rutina lo cicatriza todo. aunque, bajo la piel, siga latiendo.

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cine

terapia

(escuchando morcheeba, dive deep)

cuando uno se encuentra con un diálogo como este para abrir una película, no puede sino recomendarla encarecidamente.

psicóloga: ha bebido, esta mañana?
Schneider: …
psicóloga: no contesta?
Schneider: puede marcharse si quiere.
psicóloga: no se eche la culpa, señor Schneider. simplemente estaba en el lugar equivocado.
Schneider: no, nunca debería haber estado ahí.
psicóloga: qué quiere decir?
Schneider: no quiero hablar de ello.
psicóloga: sobre qué no quiere hablar?
Schneider: cree en Dios, doctora?
psicóloga: sí, o no estaría aquí.
Schneider: Dios es un hijo de puta. algún día voy a matarlo.

Virginia Anderson & Daniel Auteuil, mr73.

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microcuentos

duda

(escuchando Aretha Franklin, today i sing the blues)

al llegar al torno que separa los que han pagado de los que no, se despidieron. nos llamamos, vale? vale. se quedaron en silencio. qué buena, la película, no? sí. genial. bueno, pues hasta luego. adéu. adéu. al andar, su espalda comenzó a susurrarle date la vuelta y mírala. en la escalera mecánica, ya era un grito de desesperación. pero luego se acordó de algo que le había contado hacía un par de semanas. era una historia que había visto en el cine. un hombre y una mujer se despedían en unas escaleras. y él pensaba si le gusto, se dará la vuelta. y ella se había girado. ese pequeño recuerdo, que duró sólo cuatro segundos y cuarenta y cuatro centésimas, le hizo sonreír. y también le dio miedo. siguió andando. y no se giró.

la vida no se mide en minutos, se mide en momentos. Brad Pitt, el curioso caso de Benjamin Button.

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cardiología

números

(escuchando Astor Piazolla, milonga del ángel, algo que un anónimo decidió dejarle a emejota y de lo que me he apoderado)

la soledad de los números primos se ha convertido en una historia necesaria, dormida para despertarte, triste para obligarte a sonreír, física para que la imagines, dolorosa para calmar los golpes. cómo me gusta que un libro me retuerza un poco. o incluso un mucho.

Matti miró a Alice a escondidas, para que ella no se diera cuenta de que había empezado a sudar por dentro, justo debajo de la piel. los ojos calcularon las probabilidades de que sus miradas se encontraran un poco más allá de lo que complementan los cuerpos, pero se perdieron en las manos, apoyadas sobre las sábanas, que se acercaban a las suyas, buscándolas, esperando. luego ella le dijo qué miras? y sonrió. Matti le sostuvo la mirada todo lo que pudo, algo menos de diez segundos, dispuesto a decirle que a ella, que ya no tenía miedo, que había dejado en un cajón los brazos helados de Michela, que el peso de su hermana ya no estaba sobre sus pasos, pero no lo hizo. miró las paredes de la habitación, sin un solo objeto que le recordara a nada, vacía, uno de esos lugares en los que nadie querría vivir. nadie excepto él. y, tal vez, Alice.

alguien dijo una vez que hay silencios muy elocuentes. Joseph Cotten, el tercer hombre.

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cardiología

autismo

(escuchando Björk, homogenic. cuando un disco te sorprende desde la primera canción se queda para siempre)

nunca he cambiado para mí, le dijo Ximena Sareñana. y me gustaría arreglarme junto a ti. él no había cambiado ni para él ni para nadie. era consciente de sus defectos. y soñaba en ponerles remedio, cada de vez en cuando, como si fuera uno de enero. tenía agujetas de pensarlo, de quererlo y de intentarlo, pero nunca había logrado ir más allá de dos días. la escuchó. no tengo muy claro si podré hacerte feliz o no, pero me encantaría conseguir que te rieras a carcajada limpia de vez en cuando. que me vieras y sonrieras y sintieras que ya está, que todo saldrá bien. pero no porque estemos juntos o porque nos queramos mucho, sino porque lo sientes. no sé cómo miras y entiendes mis momentos de autismo y mi verborrea incontestable y demasiado subida de tono. ni siquiera sé si los entiendes. no sé qué sientes cuando tropiezas con mis vicios y perversiones, mis músicas y ruidos, mi suciedad y mi limpieza. no sé cómo ves que lea entre sílabas y que busque la alternativa a todo lo demás. pero me encantaría poder solucionarlo en la misma sintonía, entre las mismas paredes, en el mismo coche, en la misma cama.

no dije que fuera distinto o mejor. no lo soy. siento compasión. la apatía es la solución. es decir, resulta más fácil abandonarse a las drogas que enfrentarse a la vida. es más fácil robar lo que uno quiere que ganárselo. es más fácil pegarle a un niño que enseñarle. joder, el amor no es gratis, requiere esfuerzo, trabajo. Morgan Freeman, se7en.

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cardiología

formateo

(escuchando Ximena Sariaña, mediocre. qué grande, mon amie Moi, qué gran descubrimiento. aunque de mediocre ya te digo yo que nada)

qué fue lo que borró todo esto?, se preguntó como última salida. ya le había pasado otras veces, y nunca había encontrado una respuesta satisfactoria. pero eso no significaba que no pudiera volver a intentarlo. buscaba un recurso que hiciera posible volver a sentir e imaginar la realidad. qué resorte saltó e inició el proceso de aniquilación? qué fue lo que esperó, agazapado en un rincón, buscando el momento justo, como JD en la habitación de Thelma, y luego se plantó en medio de las llamas y usó el extintor? lo hizo con toda la potencia. así, sin anestesia ni traje de amianto. no tuvo compasión por nada. los proyectores, las partituras, los lienzos. los fotogramas, las notas, la tinta. todo quedó reducido a cenizas sin contemplaciones. un montón de escombros que, desde entonces, se han convertido en el blanco impoluto de una mente sin recuerdos, de un cuerpo sin experiencias. un hueco de nada empapelado con el extraño eco que produce una casa justo antes de cerrar la puerta para siempre, ya sin muebles, con los nombres y los retales de las noches y las mañanas lluviosas rebotando y fundiéndose con las paredes, para quedar olvidadas al girar la llave. adiós. qué fue lo que lo borró todo esto? no había respuesta. por mucho que removiera los cajones, no encontraba nada. la erosión había sido tan devastadora que casi no había ni pregunta. así que sólo tenía que dar el siguiente paso. abrió el cajón y sacó una caja de lápices de colores, una goma de borrar por si se equivocaba y un sacapuntas.

Bastian: por qué está todo tan oscuro?
emperatriz: al principio, siempre está todo muy oscuro.

Barret Oliver & Tami Stronach, la historia interminable.