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cardiología

medianoche

(escuchando Alanis Morissette, flavors of entanglement. llamadme baboso, pero me gusta esta señorita)

dejó que las manos fueran perdiendo fuerza a medida que pasaban las palabras. en vano, intentó llegar al final de capítulo. las letras se le mezclaban con imágenes de sueños que correrían libres por el subconsciente. abría de nuevo los ojos, tratando descifrar las razones de un paseo en coche en mitad de una secuencia en un bar de jazz. Murakami en un mini del setenta y dos? estaba soñando. sus esfuerzos eran inútiles, se estaba quedando dormido. hoy tampoco lo terminaría. mejor, así tendría tiempo de pensarlo. los libros de Murakami hay que pensarlos bien antes de decidir si te ha gustado o no. porque mira que son extraños. buscó el marcapáginas del Perito Moreno que le regalaron hace tiempo y dejó constancia de que había se había perdido en la tinta de la número doscientos veintisiete. dejó el libro en la montaña de libros por leer, bebió un sorbo de agua y tanteó la mesita buscando el interruptor de la luz. la habitación quedó en penumbra, iluminada sólo por los números del despertador y la imagen de la pantalla en la que se veía a su hijo cruzado transversalmente en la cuna, dormido desde hacía ya tres horas. sonrió y la miró a ella. miró su cuello. lo besó. buenas noches, princesa. tanteó su barriga. puso la mano encima y imaginó que se movía. buenas noches. cerró los ojos y se quedó dormido.

Sam: cómo te sientes?
Andew: a salvo. contigo me siento a salvo, como si estuviera en casa.

Natalie Portman & Zack Braff, algo en común.

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