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cardiología por la red

alehop

(escuchando eso de ahí abajo)

hoy empieza todo.

Elwood: estamos a casi doscientos kilómetros de Chicago, tenemos el depósito lleno, medio paquete de cigarrillos, es de noche y llevamos gafas de sol.
Jake: tira.

Dan Aykroyd & John Belushi, the blues brothers.

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cardiología

nueve y tres

(escuchando dinosaur jr, i bet on the sky)

la chica que se encarga de la agenda en el programa matutino habla de una exposición de fotografía que se inaugura esta misma tarde. no está mal para un lunes, verdad?, le pregunta al presentador y a la audiencia de la que parece haberse olvidado. la verdad es que no, afirma él. le guiña un ojo. al otro lado del mar, el conductor que escucha el programa olvida su destino cuando, sorprendido, se da cuenta de que esa imagen le ha llegado perfectamente nítida a través del dial. pero, además, como es lunes, añade el presentador, vamos a enviarle a nuestros oyentes una dosis extra de vitaminas. él, más experimentado, no se ha olvidado de que hay gente al otro lado y sabe que a ella no le molestará que comparta con todos ellos su estado de ánimo. porque, sabes? tú y yo podríamos ser héroes (silencio), aunque sólo fuera por un día. su mirada entra por el micrófono, recorre el cable que la lleva a la mesa de edición y, de ahí, a la llamada nevera en la que está el servidor que la regalará a los todos los que tengan la emisora sintonizada. la chica que se encarga de la agenda le aguanta la mirada y sonríe, cómplice, algo ruborizada. y tú más, responde en un alarde de ímpetu adolescente casi olvidado. el técnico de sonido, viejo y sabio, le pone la guinda y la banda sonora. el eterno rif de guitarra de los Heroes de Bowie recorre la espina dorsal de los que ya no pueden ni quieren decir nada más en abierto hasta dentro de casi cuatro minutos, cuando vuelvan a subirles el volumen del micro. mientras tanto, en el coche, esas mismas notas escalan la piel de las piernas hacia las caderas, la espalda, los oídos y los ojos del que conduce algo menos pendiente del tráfico y la hora, porque, hasta ya no importa tanto si va un poco justo de tiempo. no, no está nada mal para un lunes.

we can be heroes
just for one day
we can be us
just for one day

David Bowie, heroes.

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música

alimento

(escuchando kind of blue, Miles Davis)

Miles Davis se acerca la trompeta a los labios. dos notas. el contrabajo le responde con una frase de nueve letras. dos notas más. Miles toca como si no hubiera nadie con él, como si la televisión no estuviera retransmitiendo el pequeño concierto. es un hombre menudo, con cara de poco amigos y los ojos grandes. se moja los labios y empieza a narrar la historia azul. los ojos, muy abiertos, van de un sitio a otro del estudio, un lugar lleno de tablones, a medio construir, como si fuera parte de un almacén. el resto de los músicos esperan. charlan entre ellos, alejados del grupo. Miles termina y se retira con al resto. John Coltraine le da réplica. el aire le sale del estómago, con los ojos muy cerrados, como si cada palabra le doliera. su música es imaginativa, intuitiva, vuela más allá de lo que dice el pentagrama. Miles Davis se enciende un cigarrillo y comenta cómo está yendo todo. escuchan. los únicos que no descansan son el contrabajo de Paul Chambers, la batería de Jimmy Cobb, el saxo alto de Cannonball Adderley y el piano de Bill Evans. John Coltraine silencia su instrumento sin hacer ningún ademán. todos saben cuándo deben entrar, se respetan, se escuchan y reconocen cada nota sin necesidad de hablar, ni siquiera de levantar una ceja. Miles Davis vuelve a ponerse frente al micrófono y de nuevo convierte su respiración en música. aún no es el personaje de americana blanca, camisetas brillantes, pañuelos en el cuello y gafas de sol enormes en el que se convertiría después. es un genio capaz de transportar a estados de ánimo con sólo dos notas, alguien que está cambiando el mundo de la música con un disco del que se celebrarán aniversarios cincuenta años después. los que están a su lado tomarán su propio camino de expresión y fragmentación de los silencios en historias separadas de la de Davis, pero combinadas con la del tipo que una vez los convirtió en sexteto. el jazz, hasta aquel mil novecientos cincuenta y nueve, se basaba en secuencias lineales de acordes, pero las reglas, dicen los genios, están para romperlas y convertirlas en nuevas normas sin aparente lógica que luego se convertirán en las únicas. las formas modales de las notas a partir de una sola se ampliaban y se convertían en infinitas. si no sabes qué es, es jazz, decía el trompetista de la banda de Novecento. y algo parecido al azul fue un disco más allá de las reglas, basado en improvisaciones y emociones que el mundo necesitaba. hoy, aún es capaz de alimentar la piel de gallina.

hay momentos en los que un hombre tiene que luchar, y hay momentos en los que debe aceptar que ha perdido su destino, que el barco ha zarpado, que solo un iluso seguiría insistiendo. pero lo cierto es que siempre he sido un iluso. Ewan McGregor, big fish.

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por la red

estreno

(escuchando garbage, not your kind of peolple. el regreso de una gran banda)

esta no es una vía para anunciar nada, sino para escribir por el placer de escribir. pero la ocasión lo merece.

siguiendo los consejos de Gonzalo y otras mentes pensantes, ha aparecido fancultura, un lugar de cultura peculiar, en el que un grupo de energúmenos que necesitamos de las letras para alimentarnos pretendemos, hablar de lo que nos gusta y de lo que no de todo esto del cine, el teatro, los libros, la música, las series de televisión y las exposiciones de arte. pretencioso? es posible, pero contamos con un grupo de colaboradores expertos en la materia que dejarán el listón muy alto en lo que a conocimientos se refiere. y, el que suscribe, hará un poco lo que pueda.
para todos aquellos que sientan curiosidad (y los que no, también, que necesitamos que entren y opinen), ahí va:
http://www.fancultura.com

y mi estreno, Mad men, cambiar a mejor

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cine

vuelo

(escuchando Trent Renzor & Atticus Ross, bso the girl with the dragon tatoo)

este viernes helado a punto de dejarnos un fin de semana de los de denme cualquier cosa que me caliente, además del sofá, la manta y el chocolate, plantéese la posibilidad del movimiento eléctrico o de cualquier otro tipo.

tutor: una última pregunta, Billy. puedes explicarnos qué sentimientos experimentas cuando bailas?
Billy: no sé… me siento muy bien. al principio estoy agarrotado, pero, cuando empiezo a moverme, lo olvido todo. y… es como si desapareciera, como si desapareciera y todo mi cuerpo cambiara. como si tuviera fuego dentro, y me veo volando, como un pájaro. siento como electricidad. sí, como electricidad.
tutor: que tengas un buen viaje de vuelta.

Imogen Claire & Jamie Bell, Billy Elliot

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cine música

ui-ui-uuuu

(escuchando eso de ahí abajo)

demasiado tiempo en silencio, viernes y el blog de Buenafuente, son tres circunstancias aparentemente muy distantes, pero, si se mezclan bien y con mimo, puede salir algo parecido a esto.
ya no se hacen bandas sonoras como las de antes.

si quieres dormir en un ataúd, por mí está bien. Jarlath Conroy, valor de ley (qué grandes los Cohen, por todos los dioses)

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música

Marlango

(escuchando marlango, life in the tree house)

Moisés dice que Leonor Watling es una tía rara. y te das cuenta de que tiene razón cuando aparece en el escenario del patio del castillo de Bellver con un vestido negro, unos zapatos de tacón rojo y el maquillaje simulando un antifaz negro que le cubre los ojos. luego se pone a cantar. y el público sabe que va a ver algo más que a una mujer disfrazada sobre un escenario. es una actriz que le pone voz a un montón de historias con las que no contábamos hace un par de años. grabamos el primer disco para tener algo que regalarle a los amigos y la familia. pero todo se nos desbordó un poco. y, al final, vamos a tener que dedicarnos a esto, contó Alejandro Pelayo desde los teclados. a la formación original de voz, piano y trompeta, se le suma un guitarrista de la isla, el guiño completo a una noche a la que le costó arrancar, pero que terminó por levantar a los asistentes de su silla, pidiendo más. porque Watling sabe cómo convencer de forma casi imperceptible a su público. pequeños movimientos twist, susurros, sonoras carcajadas y un aire de bruja malévola que agita la luna y estruja el universo entre sus dedos. y Alejando es su contrapunto humano, un hombre que conoce bien a su compañera de escenario y llena sus huecos, sus silencios. y la hace reír, y moverse, y contar historias. y la música va a juego. la pequeña banda dejó los instrumentos rítmicos en algún lugar del estudio y vino con lo puesto a despertar la imaginación sonora de los que disfrutaban de estar en un lugar privilegiado, el castillo redondo que corona la ciudad, en cada golpe de compás con los ojos cerrados. y le añadieron a Germán Coppini y sus golpes bajos en unos ojos de la gente en los que da miedo perderse, pero que, a veces, ayudan a compartir el silbido de un pequeño vals con el público, en la más absoluta intimidad del recuerdo entre ella y yo, cogidos de la mano. un vals que sirvió para que, hace ya cuatro años, vestidos con la emoción de los que acaban de unirse para siempre, viviéramos una de las noches más mágicas de nuestras vidas. la primera de muchas.

yo te llevo. Leonor Watling, life in the tree house.

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ejemplo

(escuchando vvaa, bso pirate radio)

el fin de semana es un lapso de tiempo en el que las horas se presentan como un lienzo en blanco. en una mano, un pincel, en la otra, una paleta con los tres colores básicos. lo que cada uno consiga hacer con ellos es cuestión de de cada uno. esto es sólo un ejemplo.
uno. celebrar que alguien os presentó una vez y que ya han pasado cuatro años desde que Son Riera fue el decorado de lo que sería sólo el principio. y hacerlo con una película de las de pasar el tiempo y reirse y comer palomitas. y luego en el barrio que nos vio caminar con todo el futuro por delante. y hablar y callar y contemplar y saborear. no es fácil llegar a este estado, dicen muchos. pero eso del amor es una cuestión muy, pero que muy personal, así que muchos también pueden estar equivocados.
dos. dejar que el sol se cebe con la piel empapada en agua salada. darse cuenta de cuánto ha crecido y disfrutar con el flotador y la arena y la tierra y el cubo y la pala. sorprendernos. mucho. de noche, tras la siesta y la ducha, the cranberries nos llevaron a cuando la música había que comprarla y vivíamos lejos del mar. y nos obligaron a saltar y a bailar y a gritarle a Lola para que sonriera y nos lanzara un muchas gracias.
tres. pasar el día con aquellos que son de la familia, aunque los papeles digan que no, es una gozada. y ver a Lluís montado en su flotador correr con el agua hasta la cintura y rebozarse de arena es un privilegio aún mayor. luego, en casa, dejas que George Clooney te lleve en avión por todos los estados de América del norte, y sonries al final, con los ojos casi cerrados, y la mano sobre los sueños que vendrán muy pronto.
hoy es algo más duro, pero ya queda menos para que volvamos a tener una dosis de dos días de lo que cada uno quiera.

la vida es más fácil en compañía. necesitamos un copiloto. George Clooney, up in the air.

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will you do the fandango

(escuchando eso de ahí abajo)

en un par de horas nos vamos. chau. unplug. pero no para siempre. sólo quince días. luego volvemos. mientras tanto, la demostración de que la creatividad es el mejor antídoto contra los malos tiempos.

no podran pescarnos, estamos en una misión de Dios. Dan Aykroyd, granujas a todo ritmo (the blues brothers)

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cine por la red

misión

(escuchando BB King, one kind favour)

para paliar algunos momentos de tensión y espejismos y especulaciones y nervios y movilizaciones neuronales, busquemos alternativas a la cuestión laboral.

Jake y Elwood Blues estaban en una misión de Dios. tan divina y altísima tarea se centraba en conseguir el dinero suficiente para evitar el cierre del orfanato en el que ambos habían crecido. para ello, usaban su única arma: juntar a su desperdigada banda de blues y organizar el mayor concierto de la historia. las maneras eran lo de menos. el fin justifica los medios. si había que hacer carreras en un centro comercial, volar un bloque de apartamentos en mil pedazos, o destruir cientos de coches de policía, se hacía. sin pudor ni mala conciencia. estamos en una misión de Dios. y debía ser verdad, porque el Vaticano, esos señores vestidos de blanco, negro y rojo que se ganan el pan murmurando de rodillas, ha decidido que es una buena película. lo ha decidido con tanta fuerza, que, en un acto de infinita actualización, ha pedido a todos sus fieles que procedan al visionado de tan introspectivo trabajo de John Landis, un film que sólo tiene veinte años. cuánta modernidad. vean, vean ustedes granujas a todo ritmo, dicen los curas en sus sermones del domingo. y los fieles en los pueblos, acuden al único vídeoclub de la comarca a pedir la película. y el videoclubero diciéndole pero madò Miquela, usted está segura de que quiere ver esto? sí, sí, que lo ha dicho el pare Sebastià. ah, bueno, si lo ha dicho el pare Sebastià, tenga, tenga, contesta el dueño, buscando la película bajo el epígrafe cine gamberro-musical. y luego, reunidos todos a can Damià de sa Plaça, que se compró un televisor muy grande de esos planos que se cuelgan de la pared y que se ve todo muy bien, a asimilar la película recomendada por la representación de Dios en la Tierra. y luego, claro, un montón de ojos como platos de sopa fría ante el reverendo James Brown, Aretha Franklin, John Lee Hooker, Ray Charles, Chaka Khan o Walter Horton. esto lo ha recomendado el pare Damià? sí, abuela, sí, y se lo ha dicho el Papa. ah, contesta la abuela con fe. y, una de dos, o se arma una revolución y de pide la destitución del cura del pueblo, por blasfemo y mala influencia, o se arma una revolución y terminan poniendo blues en los altavoces del ayuntamiento y todos salen a bailar a la calle, rollo Fama. o Blues Brothers. y la gente feliz, danzando y persiguiéndose en coche por la plaza, bebiendo cerveza y comiendo pollo asado o tostadas de pan blanco con un vaso de agua. estamos en una misión de Dios, diría el alcalde. oye, pues tampoco es tan mala opción para pasar el verano, no? habrá que ir pensando en hacerse cristiano.

Sra. Tarantino: son ustedes de la policía?
Elwood Blues: no, señora, somos músicos.

Toni Fleming & Dan Aykroyd, granujas a todo ritmo.