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cardiología cine

receta

(escuchando Florence & the machine, mtv unplugged. con ustedes, la última de mis obsesiones musicales, la señora Florence y su máquina)

las películas sobre cocinas tienen ese punto de cocción preciso que hace que sintamos una curiosa fascinación por ellas. son como una receta. y, como toda buena receta, tienen un algo secreto y algo de pasos a seguir sin, al simple vista, ningún misterio. por eso son tan fascinantes para los cinco sentidos. se pueden tocar, como los platos que se pintan en los ojos de los que contemplan, atónitos, aturdidos por el sabor, las fragancias, las texturas. se pueden degustar, porque sus historias van, siempre, todas las malditas veces, mucho más allá de una comedieta (a pesar de que, en muchas ocasiones, lo sean) y eso se nota en el paladar, en las papilas gustativas, en la lengua, en la piel que se eriza con cada mordisco y cada sorbo de vino. se pueden oír, como se escuchan los ingredientes crujir bajo la tapa, a fuego lento, y mandan a paseo a cada uno de los objetos que no sea su banda sonora, que bien puede ser el today i sing the blues de Aretha Franklin o el it’s wonderful de Louis Prima, ustedes eligen. se pueden oler, porque el vapor que sale de la sartén o el horno o la cacerola sabe cómo traspasar la pantalla, porque el sufrimiento o la sonrisa o los gritos y los cuchillos picando a contrarreloj también obligan a tomar una bocanada de aire por la nariz y a cerrar los ojos. y se pueden mirar, qué duda cabe. cómo use cada uno los ojos para hacerlo es cuestión de cada uno. las películas de cocina son mucho más que películas porque también son cocina. y viceversa. así que, para corroborar todo lo anterior y porque había que terminar de alguna manera, nómbrense sólo algunas. faltan muchas que también estarían si esto fuese sólo una lista y son muchas las que se añadirán a medida que pasen los visionados. ahí vamos.
– deliciosa Martha, de Sandra Nettelbeck. yes, please. una y otra vez, una y otra vez.
– comer, beber, amar, de Ang Lee. uf, esos planos y esa historia.
– ratatouille, de Brad Bird. píxar, cuánto sabe píxar cuando sabe.
– como agua para chocolate, de Alfonso Arau. ay, las codornices con pétalos de rosa.
– el festín de Babbete, de Gabriel Axel. una comida francesa? dioses, qué placer.
– un toque de canela, de Tassos Boulmetis. cuánto puede oler una película?
– bon apetit, de David Pinillos. sí, y qué?
– soul kitchen, de Faith Akin. soul y cacerolas, tomayá.
– chocolat, de Lasse Hallström. que no es de cocina, pero es un cuento con Binoche y chocolate, y eso basta.
– Julie y Julia, de Nora Ephron. porque esta mujer escribió la historia de Harry y Sally y merece una oportunidad.

silencio. comamos. Monica Bleibtreu, soul kitchen.

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cine

robo

disculpen el silencio. a ver si conseguimos hacer que las neuronas le permitan un hueco a la constancia.

ché, ustedes saben el cuento del polaco que se olvidó el sabbat? no? estamos en Polonia, estamos en un pueblito polaco, estamos con un rabino. el rabino se despierta un día y descubre que los demonios se robaron todos los almanaques del pueblo. ya nadie sabe cuándo es sabbat. todos los días se han mezclado. reunión de sabios. y uno dice bueno, votemos para saber cuándo es sabbat. y el otro dice no, no, echémoslo a la suertes. pero otro sabio dice que cada semana el sabbat sea un día distinto así por lo menos algún día la embocamos. y el rabino dice no, no, hay que esperar a Dios para que de la señal. entonces ahí el pueblo pregunto qué hacemos nosotros? nos comportamos todos los días como si fuera sabbat o como si no fuera sabbat? se armó un lío tremendo entre los que querían trabajar todos los días y entre los que no querían trabajar ni un día mas en su vida. y, en medio de ese caos social, aparece un nenito muy pequeño que avanzó entre la gente y dijo yo sé cuándo es sabbat: cuando el aire huele dulce. efectivamente, dos días después el aire olió dulce. ese día, todos le creyeron al niño. ese día, el sabbat había regresado. y después vinieron los nazis y los mataron a todos.

Daniel Burman, el abrazo partido.

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mundo grúa

diseño

en mil novecientos treinta y nueve, al inicio de la segunda guerra mundial, el ministerio de Información de Gran Bretaña decidió poner en marcha una campaña para tranquilizar a la población y mantener las ganas de seguir adelante en una situación en la que el mundo comenzaba a vivir una de las situaciones más dramáticas de su historia. decidieron diseñar unos carteles propagandísticos con mensajes de ánimo con tres mensajes. tu coraje, tu alegría, tu resolución, nos darán la victoria. la libertad está en peligro, nuestro deber es defenderla. mantén la calma y sigue adelante. todos tenían una tipografía de palo, la oficial del Gobierno, y la corona del Rey. en septiembre de ese mismo año, se imprimieron dos millones y medio de copias de los dos primeros pósters, y se distribuyeron a lo largo de todo el país en los escaparates de las tiendas y estaciones de tren. el tercer diseño no se llegó a distribuir, se mantuvo guardado para distribuirlo sólo cuando el país estuviera en una situación de invasión o crisis insostenible. sesenta y un años después, Stuart Manley, el dueño de Barter Books, una tienda de libros de segunda mano de Alnwick, Northumberland, en la esquina este de Inglaterra, encontró un ejemplar en un montón de cajas polvorientas del almacén. a Mary, su mujer, le gustó tanto que decidió enmarcarlo y colgarlo en una de las paredes de su establecimiento. los clientes empezaron a pedirle copias y, un año después, empezaron a distribuirlo y a venderlo. trece años más tarde es uno de los diseños más reproducidos del mundo y del que se han hecho más versiones. hoy sigue estando vigente. keep calm and carry on. mantén la calma y sigue adelante.

pues eso.

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cine

paperman

es posible que muchos ya lo hayan visto, pero hoy necesitaba que ocurriera algo que me alegrara el día. tal vez a ustedes les esté ocurriendo exactamente lo mismo. just in case.

cree en la magia, muggle. Simon Helberg, the big bang theory.

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microcuentos

lectura

(escuchando lo que sea que estén poniendo en la radio, que ahora mismo no lo sé, pero suena de muerte)

leía tumbada boca arriba en el parque, sobre la hierba. al principio, no te dabas cuenta. pero, si la mirabas durante un rato, veías algo inusual. aquella chica no tocaba el libro con las manos, lo mantenía flotando sobre su rostro a unos cincuenta centímetros aproximadamente. sus pupilas recorrían las líneas con voracidad y saltaban de las páginas pares a las impares sin que el libro sufriera más que un pequeño movimiento de flotación, empujado por la brisa. ni siquiera usaba sus manos para girar las páginas. simplemente, pasaba del final de la página impar al principio de la página par y las hojas se movían solas. o las movían sus ojos. me acerqué, me puse de cuclillas a su lado y le pregunté cómo lo haces? el qué?, respondió sin apartar la vista de las letras. mantener el libro flotando para leer. no lo hago yo, contestó. sus ojos dejaron de recorrer el papel para centrarse en mi. el marcapáginas se introdujo entre las hojas, el libro se cerró y se posó sobre su pecho. son ellos, los libros. lo hacen para que no me moleste el sol. nos llevamos muy bien, los libros y yo. los tuyos no te sonríen nunca?, preguntó divertida, sin darle la más mínima importancia. no, los míos no están vivos, admití. todos los libros están vivos. sólo hay que decirle las frases adecuadas. me quedé en silencio, sin saber qué responder. hablaba con total naturalidad, como si lo estaba haciendo fuera la cosa más obvia del mundo. vale, gracias, dije. me puse de pie y me marché. de nada, dijo ella. el libro volvió a elevarse. mientras se abría, el marcapáginas salió del punto en el que estaba y se colocó en la última página. ella siguió leyendo.

no digas estupideces. no hay ningún andén nueve y tres cuartos. Richard Griffiths, Harry Potter y la piedra filosofal.

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cine

historias

(escuchando radio3)

le he contado dos historias que ocurrieron en doscientos veintisiete días. ninguna explica las razones del hundimiento del Tsimtsum. objetivamente, para usted, no hay diferencias entre una y otra. no puede probar cuál de las dos es la verdad. tiene que creer en mi palabra. en las dos, el barco naufraga, toda mi familia muere y yo sufro. así que, dígame, ya que no existen diferencias y no puede probarlas de ninguna manera, qué historia prefiere? cuál es mejor?

Irrfan Khan, la vida de Pi.

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por la red

sueño

(escuchando Herbie Mann, glory of love)

la imaginación hecha corto. y en stop-motion. magnífico.

solía tener el hábito de pensar en seis cosas imposibles para antes del desayuno. Johnny Deep, Alicia en el país de las maravillas.

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microcuentos

historia de amor

(escuchando radio 3, hoy empieza todo)

una mañana, hace meses, el pueblo amaneció lleno de pintadas. te amo Mary. en las señales de tráfico, en las paredes de solares, en muros de casas inacabadas desde hace años, en los tristes buzones de correo y en los paneles de dirección. te amo Mary. eran pintadas hechas con esprai, en color negro, de dos tamaños: los largos, que incluían todas las letras de la declaración, y los cortos, que sustituían la primera persona del presente de indicativo del verbo amar por un corazón sólido. de trazo rápido pero certero, con la emoción del que sabe que será efectivo. las manos que sujetaban el bote tenían plena conciencia de lo que hacían. no se trataba de algo estético, de hecho, no había ninguna estética en las pintadas, ni de algo político, ni reivindicativo, ni siquiera parecían esperar nada a cambio. simplemente, dejaba constancia de un mensaje que gritaba a los cuatro vientos su amor por Mary, sin importar las consecuencias, legales o emocionales de la población, tal vez ni siquiera de la diana de su amor. a la mañana siguiente, los mensajes seguían ahí. y a la siguiente, a la siguiente y tres meses después. a principios de año, cuando el pueblo ha estaba más que acostumbrado a las pintadas, ahora ya descoloridas y dormidas o muertas de pena, en el asfalto, frente a una de las casas recién reformadas, apareció un nuevo capítulo. te amo. quieres casarte conmigo? el mensaje estaba decorado con un corazón a cada lado, igual que los que representaban el amor en los anteriores. esta vez, el color elegido había sido el blanco, para contrastar con el asfalto. la relación había avanzado, no cabía ninguna duda, y ahora uno de sus integrantes había decidido que había que dar el paso que les llevaría a firmar en el libro en el que le dicen al estado que esto de estar juntos es en serio, y luego celebran con aquellos que consideren, seres queridos o no, que han encontrado el cachito que les faltaba y que piensan estar con él el resto de su vida. la respuesta llegó, como pasa en los mejores seriales, en forma de coche decorado con flores aparcado en la puerta, justo sobre el mensaje de proposición, que ya había perdido la intensidad del primer día, pero, a juzgar por lo que estaba a punto de suceder aquella tarde de sábado hacia las cuatro de la tarde, no por ello había dejado de ser efectivo. y lo próximo?, pensaron en el pueblo. qué ocurrirá ahora? le preguntará por un nombre de niño o niña en concreto? por el momento, esta mañana, han vuelto a aparecer algunas pintadas. no tantas como la primera vez, pero sí en lugares estratégicos. de nuevo, te amo Mary. una de dos, o se han peleado y es necesaria una reconciliación? querrá expresar de nuevo el amor por amor? habrá que proponer en el ayuntamiento que pongan una pared para mensajes, porque, si cada vez que se pelean o son felices, el pueblo se va a llenar de pintadas, estamos apañados. aunque igual si le apuntamos a un curso de tipografía y composición gráfica, se puede incluir el pueblo en alguna guía turística, no? vengan a ver el pueblo del amor, donde todo es posible. incluso promocionarlo como plató para comedias románticas. pero recuerden que la idea se me ocurrió a mí, de acuerdo? que la crisis nos tiene torturados.

hola amor. Joseph Gordon-Levitt, 500 días juntos.

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cine

crítica (1)

(escuchando Esbjörn Svensson Trio, winter in Venice)

lo siento, pero de vez en cuando, si no les parece mal, sucederán cosas como la de hoy.

Profesor Lazhar. http://www.fancultura.com/?p=486

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microcuentos

consejos

(escuchando pearl jam, rearviewmirror)

le habían dicho que era un chico muy imaginativo. o eso era lo que le decían constantemente. eres demasiado imaginativo, tienes que tener los pies en la tierra. piensa en lo que quieras, le recomendaban, pero no ten siempre en cuenta que tienes que vivir pegado al suelo. al crecer, el discurso cambió a órdenes. sé realista, por Dios, no puedes pasarte el día soñando. no puedes. era lo que más le repetían. pero sí podía. de hecho, era lo que hacía constantemente. su cabeza iba mucho más allá del suelo y, en ocasiones, le hubiera encantado que se llevara su cuerpo con ella. iba a lugares en los que nunca antes había estado nadie. estaban llenos de gente, de animales, de construcciones, de cosas, todas creadas por sus desbordantes neuronas que, gracias a una pasión impensable en otro ser humano por el ritmo de su corazón, mostraban una pasión realista en cada uno de los paraísos que creaba. cómo podía llegar a ellos era un misterio para todos los que le rodeaban. pero lo hacía. en la ficción, claro. porque, en la realidad, era becario en una empresa de exportación de piezas de ferretería y se pasaba las horas clasificando tornillos y tuercas, lo cual, todo sea dicho, le había permitido crear un mundo mecánico en el que todo funcionaba con la fluidez de un reloj suizo (qué tendrán los relojes suizos que no tengan los canadienses, por ejemplo?). hasta que se cansó. al salir de su cubículo, se fue a una ferretería (qué ironía) y compró varios metros de cuerda de cometa. en casa, las cortó en trozos de dos metros y los ató a todos los lomos de todos los libros que había leído, de manera que las páginas se pudieran abrir sin dificultad. salió a la terraza, puso los libros en un montón, agarró todos los cabos y esperó. a los pocos segundos, los libros empezaron a mover sus páginas como si fueran pájaros y se fueron elevando, primero tímidamente, luego con energía. hasta que lo levantaron sobre los tejados del pueblo. su imaginación se había puesto a volar con los libros.

hasta el infinito y las allá. Tim Allen, toy story.