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mundo grúa

así

dijo que lo siento mucho, esto está muy mal y no hay otra. siempre hay otra, le contestó. no venga usted con excusas tópicas. siempre hay otra. de acuerdo, pero la otra no es factible en este momento, dijo como queriendo zanjar el tema. mire, eso se lo puede vender a otros, pero no a nosotros. si usted ha llegado hasta aquí es porque nosotros estuvimos ahí, así que ahora no me diga que no es factible. dígame no me interesa enemistarme con este o con el otro, pero no use tópicos superficiales conmigo. de acuerdo, entonces le diré que no me interesa que algunos se enemisten conmigo, le parece? me parece. lo que no me parece es que no le importe que no le importe enemistarse con el resto. es decir, con nosotros. empezó a desenvainar su espada. pero, claro, nosotros sólo servimos para que nadie se quede sin su trocito del pastel, no? el interrogante quedó rubricado por el sonido de la hoja al salir de su funda. se le quedó mirando con la espada frente a él y la respiración tensa pero controlada. la temperatura de la habitación bajó varios grados y el aire decidió condensarse en forma de pequeñas nubes que crecían y desaparecían con ritmo de cada bocanada. el emperador le sostuvo la mirada durante unos segundos. luego movió los ojos y, de reojo, dio la orden a uno de los guardas que flanqueaba la puerta del fondo. no hizo falta ni dio tiempo a nada más. el consejero notó un dolor helado en la parte derecha del cuello, justo cuando el filo del sable le quitaba la vida. la cabeza rodó por la habitación. el cuerpo cayó de rodillas y se mantuvo unos segundos en un intento vano de continuar la lucha. luego, se desplomó hacia adelante con un ruido sordo. dos hombres aparecieron de la nada y se llevaron el cuerpo hacia una salida lateral, arrastrándolo por las axilas. al salir, le dieron una patada a la cabeza, que rodó hacia fuera. más preguntas?, dijo el emperador.

no importa, cielo, quiero que seas feliz, quieres salsa sonriente también? Kevin Spacey, american beauty.

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cardiología

hoy y mañana

(escuchando hoy empieza todo, radio 3)

llega con retraso, una semana (y un mes) después de las últimas líneas antes de decirle hola a las siestas con sofá, café con hielo y un libro entre los dedos, que se cansan y dejan caer las páginas y los párpados, justo después de comer, cuando se sincronizan los sueños. pero llega. el principio de curso, el final del verano, septiembre, el año. llega. y, aunque el día es día de películas, es necesaria una lista de cosas que han pasado y habrá lucha para que sigan pasando. con película incluida en cada punto, por supuesto.

– hablar de cosas importantes y de todo lo demás. como con los niños, que te miran y escuchan y cuentan y ríen y lloran, con ella, con la que cada día es un poco mejor, aunque haya barrancos y olas de proporciones impensables, con ellas dos, que siguen ayudándonos a creer en nosotros, con ellos dos, con los que tenemos aventuras solos y acompañados y las seguiremos teniendo, con ellos ahora cuatro, que suman personas en lugar de restarlas, con ellos cuatro, que siguen ahí a pesar de las montañas rusas. un placer: antes del amanecer y, justo después, antes del atardecer.

– cocinar con música puesta y delantal y copa de vino o cerveza. olvidar algunos vicios del paladar y cambiarlos por otros. con lista de platos y de la compra. por ellos y por nosotros. por la emoción de las papilas gustativas y el estado de ánimo que produce. por que los fogones pueden ser un arte sencillo y preciso. una obligación: deliciosa Martha.

– salir más allá del pueblo, correr aventuras en tren, avión, barco, coche, bicicleta, moto y zapatillas deportivas. dejar los teléfonos apagados y sin cobertura. estimular los momentos de esos que se recuerdan porque salen en las fotos de la memoria. probar cosas y dejar que cada lugar nos regale un poco y dejarnos un trocito en alguna esquina, casi impredecible. una bocanada de aire: hacia rutas salvajes.

– ver películas, muchas, porque sí, porque hace falta, porque es un placer, y porque incluso las peores son películas. devorar fotogramas en pantalla grande y en pantalla más pequeña. recomendadas y sin recomendar. sólo y acompañado de ella y de todos los demás. una emoción: la rosa púrpura del Cairo.

– escribir y leer. dejar que el cerebro se desconecte y que sean las manos las que dicten las teclas a pulsar y las secuencias a dibujar. libre, sin ataduras ni hambre de respuesta, por el gusto de hacerlo y de volver a ejercitar las ideas, el ritmo de las letras en el corazón. una historia magnífica: más extraño que la ficción.

– escuchar música. en vinilo casi siempre y en otros formatos también. no sólo de fondo. escuchar. y dejar que ellos escuchen y, si quieren, entiendan y sientan los instrumentos, los ritmos, las melodías, las letras. Miles Davis y The Clash. dejarse convencer sin prejuicios. una imprescindible: alta fidelidad.

– trabajar con todo en el asador. con normas, porque en esto nos jugamos mucho más que un par de euros, porque es obligatorio el movimiento para estar vivo, porque hay que salir de ésta con la sensación de que estás haciendo bien las cosas, porque para todo hay un momento y cuando se trabaja, se trabaja. porque la inspiración siempre llega, pero hay que hacer muchos dibujos antes de darte cuenta de que es imposible trazar un camino ordenado para llegar. porque hay que demostrar y demostrarse que crees en esto. una inspiración: lugares comunes.

– amar. así, a tutiplén y sin medida. un aplauso, por favor: adivina quién viene esta noche.

me doy cuenta que estoy muy emocionado, casi no puedo estar sentado o tener la cabeza tranquila. creo que es la emoción que sólo un hombre libre puede sentir, un hombre libre al principio de un largo viaje cuyo final es incierto. espero poder cruzar la frontera, espero poder ver a mi amigo y estrechar su mano, espero que el Pacífico sea tan azul como siempre he soñado. y espero nunca más perder la esperanza. Morgan Freeman, cadena perpetua.

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mañana

(escuchando Jimi Hendrix, axis bold as love)

a las siete y media de la mañana, el autobús se detiene en su última parada. final del trayecto. las puertas se abren y bajan una veintena de personas. todos son trabajadores de clase social media, que se ganan la vida limpiando los chalets de los que pasan los meses de más calor cerca del mar. cocinan, arreglan sus jardines o llevan su contabilidad doméstica. sus ojos se abren con los primeros rayos de sol, desayunan y salen de sus casas en los asentamientos que rodean las ciudades, más allá de los muros. algunos caminan más de una hora hasta llegar a la parada del autobús que les llevará a su lugar de trabajo. otros, los que todavía tienen algún privilegio y mantienen sus pisos en los viejos edificios de una docena de plantas que se construyeron a principios del milenio alejados del centro, ya han hecho un largo trayecto en autobús para poder subirse al que ahora les acaba de dejar en la zona costera. caminan en grupos de tres o cuatro, habitualmente formados por afinidades de años atrás, cuando casi todos se las podían permitir. se cuentan el fin de semana, se ríen, se pisan las palabras, bromean. al llegar a una barrera metálica pintada de blanco de tres metros de altura, uno de ellos, un jardinero, se despide del grupo. pulsa un botón situado en la columna de la izquierda y espera. el objetivo de la cámara de seguridad murmura que le está enfocando. el hombre mira hacia arriba y saluda con la mano. suena un zumbido metálico y la pequeña puerta central situada en el centro de la placa blanca que sirve de muro se abre. tira de la manecilla y espera a que la chica que limpia y cocina, que andaba algo más atrasada, la atraviese. buenos días, preciosa, le dice. ella contesta buenos días con una enorme sonrisa sonrojada. esa noche saldrán por primera vez a beber cerveza y serán muy felices, pero aún no lo saben. mientras la puerta está abierta, desde fuera puede verse un enorme jardín con una piscina de unos quince metros de largo. al fondo, un columpio y un porche con sofá, butacas y una mesa de centro. la casa tiene más de cuatrocientos metros cuadrados, dos plantas y una enorme hiedra que decora la fachada de verde. al cerrarse la puerta, el pequeño universo se encierra entre sus muros y el resto continua caminando hasta su correspondiente chalet. a la misma hora, en la rotonda desde la que se accede a la autopista que atraviesa los muros y entra en la ciudad, un grupo de una decena de chicos jóvenes esperan sentados en la barrera de aluminio. a sus pies, mochilas y neveras portátiles desgastadas. todos llevan monos de trabajo y fuman tabaco de liar. no hablan mucho, el sueño y el cansancio de suman a la humedad y el calor, para dejar sus cuerpos en una especie de calma de la que sólo salen cuando sudan cada gota de su sueldo en un andamio o con una herramienta en la mano. ellos construyen y reconstruyen las ciudades mientras los dueños de las viviendas pasan el verano en la costa. algunos días, pocos, maldicen el que creían que sería su futuro. otros, también pocos, dan gracias por tener trabajo con arnés de seguridad. la mayoría, simplemente, viven.

historia rusa dice: dos camaradas viejos de partido se ven, y uno dice a otro: has visto? todo lo que nos contaban del comunismo era mentira. y otro dice: no es peor cosa. peor cosa es que todo lo que nos contaban del capitalismo era verdad. Serge Riaboukine, los lunes al sol.

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sucesos

(escuchando siglo veintiuno, radio 3)

uno. estimado/a candidato/a, agradecerle el interés mostrado por formar parte del equipo de nuestra empresa en cualquier puesto con tal de no estar en el paro. tras evaluar su candidatura, lamentamos comunicarle que no continua el proceso de selección. reciba un cordial saludo con una sonrisa y meriéndese como pueda el desayuno que le acabamos de amargar.
dos. estimados colaboradores, lamentamos comunicarles que, tras ciento veintidós programas culturales en esta nuestra radio, la de todos, y dadas las circunstancias de crisis en las que se encuentra el país, no tenemos presupuesto para una nueva temporada. de ello se deduce que éste de hoy será su última intervención en los micrófonos. ha sido un verdadero placer tenerles aquí y son ustedes de lo mejor de esta emisora. nos han hecho pasar grandes ratos, pero la situación es la que manda y no tenemos más remedio que prescindir de su espacio. ni que decir tiene que, vamos a hacer todos los esfuerzos posibles para que, pasados los meses de verano y en la nueva programación, estéis de nuevo aquí. muchas gracias con una mano extendida y una sonrisa.
tres. Brian, colgado con los brazos extendidos, atado de pies y manos en forma de letra té, expuesto al sol del desierto y condenado a morir de sed y de hambre, mira a su alrededor, incrédulo. uno de los ladrones, que lleva allí bastante más tiempo que él, le habla. vemos, hombre. ya sabes lo que dicen. algunas cosas en la vida son malas, pueden hacerte volver loco. otras, simplemente, te hacen perjurar y maldecir. cuando estés masticando el cartílago de tu vida, no te quejes, da un silbido. eso te ayudará a sacar lo mejor de las cosas. y mira siempre el lado brillante de la vida, mira siempre el lado positivo de la vida. si tu vida parece jodida, es que has olvidado algo. y es reír, sonreír y bailar y cantar. cuando te sientas deprimido, no seas estúpido, sólo junta los labios y silba. ese es el truco. la vida es absurda y la muerte tiene la última palabra. siempre debes enfrentarte a la despedida con una reverencia. olvídate de tus pecados y ofrécele a la audiencia una gran sonrisa. diviértete, es tu última oportunidad en cualquier caso.
cuatro. 😀

ya sabes lo que dicen los Monty Python, nadie espera a la inquisición española. John Hannah, dos vidas en un instante.

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cine

elección

(escuchando Norah Jones, little broken harts, qué grande es cuando los buenos evolucionan a mejor)

Red: tú no eres un asesino. un mal marido tal vez. puedes sentirte culpable si quieres, pero tu no apretaste el gatillo.
Andy: no, no lo hice. fue otra persona y yo acabe aquí. mala suerte, supongo.
Red: sí.
Andy: flota en el aire y tiene que caer sobre alguien. me toco a mi, eso es todo. el tornado me pillo por medio. nnca pensé que la tormenta durase tantos años. crees que saldrás de aquí algún día?
Red: yo? sí, cuando tenga una larga barba blanca y no me queden nada más que un par de tornillos, me soltarán.
Andy: te diré a donde iría yo, a Zihuatanejo
Red: a Zihuataque?
Andy: Zihuatanejo, está en México. un pueblecito frente al Pacífico. sabes qué dicen los mejicanos del Pacífico?
Red: no.
Andy: que no tiene memoria. por eso quiero acabar mi vida allí, en un cálido lugar, sin recuerdos. abriré un pequeño hotel junto a la playa, me compraré una barca vieja, la arreglaré un poco y llevaré a los clientes a pescar.
Red: Zihuatanejo.
Andy: me resultaría útil allí un hombre que consigue cosas.
Red: no creo que sobreviviera fuera de aquí. he pasado aquí más de media vida, estoy institucionalizado, igual que lo estaba Brooks.
Andy: te estás subestimando.
Red: no lo creas. quiero decir, aquí dentro soy el tipo que consigue cualquier cosa, pero fuera ya tienes las páginas amarillas. yo no sabría ni por donde empezar. el océano Pacífico, joder! algo tan grande me asusta.
Andy: a mi no. no maté a mi mujer, ni tampoco a su amante. si cometí errores, ya los he pagado, y con intereses. ese hotel, esa barca, no creo que esté pidiendo demasiado.
Red: no deberías torturarte de esa forma, Andy. no es más que un puñetero sueño. México está en el quinto coño y tu estás aquí, y eso es lo que hay.
Andy: sí, vale, eso es lo que hay. está allí y yo estoy aquí. todo se reduce a una simple elección, empeñarse en vivir o empeñarse en morir.

Morgan Freeman & Tim Robins, cadena perpetua.

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cine

crítica (1)

(escuchando Esbjörn Svensson Trio, winter in Venice)

lo siento, pero de vez en cuando, si no les parece mal, sucederán cosas como la de hoy.

Profesor Lazhar. http://www.fancultura.com/?p=486

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cine

certeza

(escuchando el click de las teclas)

cómo me metí en este trance, nunca lo sabré. es realmente increíble. seré ejecutado por un crimen que jamás cometí. claro que no está toda la humanidad en el mismo bote? no es toda la humanidad ejecutada al fin por un crimen que no cometió? la diferencia es que todos los hombres van, finalmente, pero yo iré a las seis de la madrugada de mañana. tenía que ir a las cinco, pero tengo el abogado listo. consiguió indulgencia.

Woody Allen, la última noche de Boris Grushenko.

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mundo grúa

palabras

(escuchando Norah Jones, little broken hearts)

se pueden decir muchas cosas. pero Juan José Millás, el veintisiete de abril de este dos mil doce, lo dijo mejor que muchos en El País (esa sarta de periodistas de rojos).

un sindiós
desde que los ministros de Rajoy, en especial Montoro y Ana Mato, decidieron explicar didácticamente los porqués de la demolición del Estado, entendemos las cosas mucho mejor. he aquí un resumen, claro como el agua, de sus argumentos: se pone precio a la sanidad para que continúe siendo gratuita y se expulsa de ella a determinados colectivos para que siga siendo universal. se liquidan las leyes laborales para salvaguardar los derechos de los trabajadores y se penaliza al jubilado y al enfermo para proteger a los colectivos más vulnerables. en cuanto a la educación, ponemos las tasas universitarias por las nubes para defender la igualdad de oportunidades y estimulamos su privatización para que continúe siendo pública. no es todo, ya que al objeto de mantener el orden público amnistiamos a los delincuentes grandes, ofrecemos salidas fiscales a los defraudadores ambiciosos y metemos cuatro años en la cárcel al que rompa una farola. todo este programa reformador de gran calado no puede ponerse en marcha sin mentir, de modo que mentimos, sí, pero al modo de los novelistas: para que la verdad resplandezca. dentro de esta lógica implacable, huimos de los periodistas para dar la cara y convocamos ruedas de prensa sin turno de preguntas para responder a todo. nadie que tenga un poco de buena voluntad pondrá en duda por tanto que hemos autorizado la subida del gas y de la luz a fin de que resulten más baratos y que obedecemos sin rechistar a Merkel para no perder soberanía. a no tardar mucho, quizá dispongamos que los aviones salgan con más retraso para que lleguen puntuales. convencidos de que el derecho a la información es sagrado en toda democracia que se precie, vamos a tomar RTVE al asalto para mantener la pluralidad informativa. a nadie extrañe que para garantizar la libertad, tengamos que suprimir las libertades.

y, para que se note que los que dibujan también saben hacerlo para gritar, ahí va vocenconfutura. por todos los dioses, que no se olvide nadie.

no subestimes nunca el poder de la negación. Kevin Spacey, american beauty.

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mundo grúa

partidas

(escuchando Esbjörn Svensson trio, winter in Venize)

cuando empezaron las partidas, todas las manos eran buenas. full, póker, incluso alguna escalera de color. jugar a cartas era un placer sólo igualado al del vencedor de la noche al recoger el montón de fichas que luego convertiría en un suculento fajo de billetes. alrededor de los tapetes, las latas de cerveza transformaban en vasos largos con la misma facilidad con la que los jugadores cambiaban las cartas si, al repartir, no había más de dos figuras iguales. los ceniceros quemaban puros cuya procedencia estaba más allá del atlántico, y los relojes dejaban de marcar la hora para dejar paso al tiempo entre paréntesis. hacía ya varios años que se había extendido por todo el planeta la moda de reunirse para jugar cualquier día del año. y todo parecía indicar que las largas noches de música, risas y dinero a raudales seguirían su curso interminable. pero no fue así. y nadie vio venir lo que ocurrió aquella mañana de hacía ya más de cuatro años. todos los programas de televisión y radio interrumpieron su programación para hablar de ello. los periódicos imprimieron ediciones especiales con todo lujo de detalles sobre la noticia. en todas partes se discutía el mismo tema. los fabricantes de cartas a nivel planetario, en un alarde de genialidad dudosamente ética, habían dejado de incluir ases y figuras en las barajas. la culpa, decían, eran los problemas financieros derivados de un elevado coste en las tintas para imprimir. la realidad, más vinculada a su tren de vida que a otra cosa, aunque nunca se llegará a saber a ciencia cierta, era otra muy distinta. automáticamente, las manos comenzaron a ser de parejas y dobles parejas. las apuestas bajaron y nadie se atrevía a ver ni a pensar en un farol. el riesgo descendió hasta casi cero y las partidas se quedaron en meros pasatiempos con los que no se ganaba ni se perdía nada. básicamente, porque no se jugaba nada. las conversaciones también variaron la temática. ya no se hablaba de música o de cine o se hacía coña con la jugada más arriesgada, sino que se discutía sobre cuándo se volverían a repartir ases y figuras. te acuerdas cuando hacíamos un par de pókers por partida? aquello eran noches. y si cambiamos de juego?, propuso alguien. ni hablar, dijeron sus interlocutores al unísono. aquí siempre hemos jugado al póker y vamos a seguir haciéndolo hasta que nos dejen hacerlo, no estáis de acuerdo? claro, claro, dijeron todos.

la arena está sobrevalorada, sólo son piedras diminutas. Jim Carrey, olvídate de mí.

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microcuentos

fin

(escuchando Hiromi’s sonicbloob, beyond standard)

qué bueno era haberlo conseguido. tras años de duro trabajo y horas robadas a la noche, al día, a su familia, a sus amigos, había conseguido llegar dónde siempre había querido. la casa de sus sueños. arquitectura recta, sobria, adaptada a la naturaleza, justo a la salida del pueblo. los grandes ventanales llenaban de luz cada pequeño rincón. habitaciones altas, de colores claros, con espacio para respirar sin problemas. la arquitecto que se la había diseñado sabía perfectamente cuáles eran sus gustos y sus necesidades, así que no le faltaba ni un sólo detalle. muebles funcionales, pero de una elegancia sin contemplaciones, una cocina en la que cabía un regimiento y un salón en el que daba gusto hacer casi cualquier cosa. sin más paredes que las absolutamente necesarias, toda la estructura era como una bocanada de aire fresco para los ojos y los pulmones. incluso los dos pisos estaban encajados el uno con el otro como si siempre hubieran sido una estructura compacta. era increíble como se había podido llegar a construir algo así. todo estaba puesto en su sitio por alguna razón y con una función determinada. cabía todo y tenía espacio de sobra. había soñado durante años en poder regalarle a los suyos un lugar como aquél, en el que los niños tuvieran metros para correr, habitaciones en las que jugar y una piscina en la que salpicarse. y lo había logrado. con aquella casa conseguía el tercer punto de su lista de sueños por realizar. tenía una familia maravillosa con la que compartir su vida, había conseguido dedicarse a lo que le apasionaba para no tener que ir nunca más a trabajar, y ahora se había construido la casa de sus sueños. se sintió mucho más satisfecho de lo que nunca había estado jamás. sentado en una de las butacas que había en la terraza, le dio un sorbo a la cerveza helada y miró todo aquello con satisfacción. bueno, y ahora qué?, pensó.

Sácale una foto, así te durará para siempre. Anna Sophia Robb, un puente a Terabithia.