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felices

(escuchando PJ Harvey, stories from the city, stories from the sea)

los niños no deberían irse a dormir, decía JM Barrie, porque cuando se despiertan, son un día más mayores. seguramente, el autor de Peter Pan lo decía porque no tenía hijos y no sabía lo que era levantarse cinco veces durante la noche a calmar pesadillas o a dar biberones o a lo que sea. aunque también puede que lo dijera pensando en la magia de sus miradas ante una fiesta organizada con todo el amor del mundo, o en sus sonrisas espontáneas ante un coro de invitados cantando el cumpleaños feliz. celebrar que ya han pasado uno o dos años desde la primera vez que respiraron por sí mismos es, aunque Barrie no estuviera de acuerdo, una de los momentos más fascinantes del año. y días como el de ayer o el de antes de ayer, días mágicos.
sábado
fue la primera vez que se apagaron las luces para sorprenderla con la tarta, las velas, los siempre magníficos lacasitos forrando un bizcocho, y un montón de niños alrededor esperando a que se se les llenara el plato de chocolate de colores. incluso los adultos. los clásicos, que no falten. y ella dando sus primeros pasos a toda velocidad, de un lado a otro, feliz, con la inocencia del que se sabe protegido y querido. qué bien, pequeña, qué bien.
domingo
fue la segunda vez que le llenaron las manos de abrazos y besos con una tarta decorada con todo el amor que se puede dar. sus padres llevaban meses preparando cada uno de los detalles que hicieron de la fiesta una gozada para los ojos y las papilas gustativas. todos los elementos comestibles y no tanto se había dibujado para que los niños y los que no lo son tanto, pero todavía creen en el espíritu de Barrie, sintieran que el tiempo sólo pasa para lo físico. y le sumaron un cuento del que ellos y ellas quisieron formar parte, una mesa llena de masa para crespells con decenas de formas, botes de pintura que terminaron en las manos de colores, y un día magnífico que acompañó a los que quisieron correr sin parar tras el balón. todo se conjugó para que nadie se sintiera fuera de lugar y que la balanza no se inclinara nunca del lado del aburrimiento. molts d’anys, chiquituela, molts d’anys.
dos días en los que el paso del tiempo se alió con todos y dejó, por un momento, de ser un tema sobre el que sentirse un poco mal, para convertirse en la razón para celebrar. un placer, familias, un verdadero placer.

todo esta en la imaginación, solamente hay que creer. Johnny Deep, descubriendo Nunca Jamás.

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tres

(escuchando superstereO, funk that! gracias, Hugo, por estos herederos de Jamiroquai y Ortophonk)

uno.
reírse es mágico. y reírse mucho es mágico y terapéutico. por eso, juntarse con los amigos para tan noble actividad resulta necesario para la salud mental y emocional del resto del mes. tirar de cada frase para convertirla en una historia hilarante es una actividad que se alimenta por sí sola. con cada nueva anécdota se genera un nuevo mito y un saco nuevo de carcajadas que saldrán a relucir en cada convocatoria. sólo hay que mirarse para saber que el plumón es mucho más que el relleno de un sofá.

dos.
un lienzo en blanco para dejar que la imaginación de los niños continúe creciendo. pintura en las manos y otro saco de diversión. se manchan el pelo, la ropa, los brazos y la cara. los cinco dedos en un plato de colores y luego a la tela. y más colores y más huellas. algunas fotos y un baño posterior. ser feliz cuesta muy poco cuando ellos lo son y tú acompañas cada movimiento con la mirada y los brazos. nadie habla de estos momentos, pero son los que realmente hacen que todo valga la pena. hay muy pocas cosas que sean mejor. de hecho, es posible que ninguna.

tres.
llama para que le invitemos a desayunar. y viene cargado de felicidad embutida en un abrigo de madame y maxicosi. estar a su lado, compartiendo cruasán y café con leche, galletas de cacahuete y juegos con las vías del tren, consiguen que esos pequeños momentos sean de los que se quedan guardados. parece poco, pero, desde este lado, es enorme. luego hay pizza y tenis con los que no se van ni se irán. qué bien, que la vida nos regale amigos como éstos.

cierre.
hay algo comparable a compartir sofá y manta? qué bien, estos dos días. y aún queda una semana intermitente en la que se prevé lluvia. yupi.

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funeral

(escuchando the bad plus, for all i care. qué buenos son, qué buenos)

fue un funeral pequeño. los congregados llenaban algo más de la mitad de la iglesia del barrio en el que había vivido hasta hacía unos días. la iluminación del altar resaltaba sobre el resto del interior del edificio, como si fuera un escenario listo para representar una obra de teatro. había muerto una tía de su madre, una persona valiente, que se enfrentó a los principios de su época para hacer lo que quiso hacer. fue comadrona y tenía una pequeña consulta en su casa. a él, a su hermano y a todos los de la familia, les había puesto inyecciones, tomado la tensión y hecho las veces de enfermera particular. eso, en los tiempos en los que cualquiera puede acceder a toda la información del mundo desde un teléfono del tamaño de una tarjeta de visita, no tenía ningún misterio, pero en los años en los que los mandatos de un dictador gobernaban el país, era un logro, un gran paso, una rebeldía casi punible. era una mujer fuerte, inteligente, culta, con unas ideas un tanto anticuadas en ciertos aspectos, todo hay que decirlo, y muy mala cocinera. o eso era lo que recordaba él de sus estancias en su casa. pero los últimos años había perdido a su marido, una de las personas más entrañables, divertidas y vitales que había tenido el placer de sentir, y se había mudado a una residencia. allí, el tiempo pasaba despacio, como marcado por otro metrónomo. y allí había ido apagándose, tranquila, sin sobresaltos. el cura empezó la misa y se puso a cantar, siguiendo los más tradicionales protocolos. de nuevo, iba a ser un funeral impersonal, por costumbre. pero luego se puso a hablar. y no era que dijera nada nuevo, era, simplemente, que el lenguaje que utilizaba era el de un hombre que habla sin protocolo, como si estuviera argumentando con un amigo. y eso hizo que no resultara un acto tedioso. miró a su alrededor. la vida de alguien admirable había terminado. sus hijos, sus nietos, su cuñado, su hermana, sus sobrinas, todos los sabían y sentían aquella pérdida. una pérdida esperada, pero no por ello menos triste y menos vacía. por qué no había hablado más con ella? por qué no le había hecho más caso estos últimos años? por qué no le había presentado a sus hijos? ninguna de las preguntas tenía una respuesta satisfactoria, ni con la suficiente solidez como para dejar de sentirse mal por ello. no había nada que ahora pudiera hacer. recordarla, eso era lo único.

veintiún gramos gramos el peso de cinco monedas de cinco centavos, el peso de un colibrí, de una chocolatina. cuánto pesan 21 gramos? Sean Penn, 21 gramos.

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(pausa)

(escuchando vvaa, Kansas city bso)

en la parte que se veía, las horas de trabajo se le acumulaban en los ojos. en la que no, las puntas de los dedos estaban espolvoreadas con minúsculos restos de piedras de mechero, a punto de pegarle fuego a todo lo que se pusiera a tiro. por eso bastaba poco para subir el volumen, golpear la mesa y bajarse del coche casi en marcha. pausa. baja el direfencial, se dijo. desconéctate y deja que sea ese ritmillo el que te lleve. y volvió a lo más básico. se puso el delantal, metió las manos en la carne caliente recién cortada, se empapó de sangre y dejó que el cuchillo le hiciera un par de pequeñas cicatrices en los dedos, para que se notara que los habían preparado para la ocasión. siempre había dicho que, en una matanza, todo huele a lo mismo. a cerdo, a grasa, a especias, a pimienta, a sal, incluso a orín y heces. pero todos esos olores en las papilas gustativas iban desapareciendo con el paso de los meses, hasta que se activaban de nuevo cuando se acercaba el frío, y llegaba la tranquilidad. el calor de la familia y los amigos se mezcló durante todo el día con sus ganas de que los cables que lo unían a la tecnología se chamuscaran un par de días. y fue terapéutico, además de emocionante. al día siguiente, un paseo entre barcos y una feria en el pueblo. los niños con él, y ella a su lado, siempre a su lado, le dejaron el sabor de boca necesario para encarar la semana con más ganas que de costumbre. pasar una tarde con la niña con nombre de agua y con los niños se había convertido casi en un privilegio que pesaba sobre sus hombros más de lo que los que no supieron evitar la situación económica del país hubieran podido pensar. pensaban? sabían el daño que podían hacer cuando decidieron dejar que el mundo perdiera trabajadores, que hubiera que buscarse las castañas más allá de los bosques de castaños, que tuvieran que pelear por llegar a final de mes en condiciones de nevera llena? era una situación difícil, pero después de muchos meses de leer que lo había que hacer era tomárselo con calma, poner en marcha la imaginación y el esfuerzo, sabía que el camino no era tan malo como parecía y que tener un hombro en el recostar la cabeza mientras Barney dice legen, espera, dario, era más que suficiente para que el polvo de piedras de mechero se diluyera en una ducha caliente. lo de las ojeras lo dejaba para más adelante.

tómatelo con calma. Jeff Bridges, el gran Lebowski.

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uno

(escuchando Tom Waits, bad as me)

el primer cumpleaños de su hija no les dejó resaca. eso sí, les dolía todo el cuerpo. habían empezado pronto el día anterior y habían terminado muy tarde el día de la celebración. al final, dejaron caer los ojos sobre la almohada y, en el instante antes de aspirar aire por tercera vez, ya habían olvidado los músculos cansados y retorcidos para desembocar en el puerto rem en calma. el día había transcurrido con la tensión necesaria para que las cosas salieran bien. para que los niños jugaran solos por primera vez durante horas, para que el asado dejara en el paladar el rastro del camino desde el horno de leña, para ver a los que hacía tiempo que no veían y para que la sobremesa se pintara de carcajadas y vasitos con hielo. para que el pastel de la pastelera oficial causara admiración y aplausos, para soplar juntos ese uno, el primero de muchos. pero, sobre todo, para ver sonreír a algunos que hacía mucho tiempo que no veían sonreír. regalarle dos velas en forma de número a su hermano había sido una brillante idea que él había agradecido con un hostia, es para mí, y el abrazo colectivo de la mirada. luego vinieron las fotos y los aplausos, el estómago lleno y el café. más tarde, en las despedidas, cada uno se guardó un trocito a elegir. ellos, la emoción de seguir dando pasos por el camino que hace tiempo que eligieron y saber que ya no estarán solos ni un segundo. salut i fins l’any que ve.

eh, Marty, espero que sigamos en contacto, porque me gustara saber lo que estés haciendo. porque pienso que sea lo que sea, va a ser increíble. Timothy Hutton, beautiful girls.

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excusas

(escuchando el tap tap de las teclas al pulsar muy pronto por la mañana)

los que saben qué ha ocurrido, no necesitan mucha explicación. todos los demás, puede que tampoco, porque los silencios son muchas veces más explícitos que los grandes discursos elaborados para la ocasión, pero un par de líneas de ei, seguimos aquí, nunca vienen de más. y mucho menos justo antes de que desaparezcan por vacaciones. así que ahí van.

sucedieron básicamente dos cosas.

la primera es, brillante, brutal, emocionante. uno de esos acontecimientos que sólo se dan un par o tres de veces en la vida de cada uno (o incluso ninguna) y que, parafraseando a Berto, vale la pena y es lo más mejor del mundo. sucedió hace algo más de un mes, se llaman Lola y es una niña preciosa (qué no dirá un padre orgulloso). pero nació a destiempo y con algún problemilla que la hizo dormir más de lo que hubiéramos querido fuera de casa. ahora ya está todo en su sitio. y nosotros también, constatando que la lógica matemática no funciona en estos casos y que uno más uno no son dos, sino algo más cercano al once.

la segunda es mejor no describirla con mucho detalle, porque el resultado podría no ser tan bonito ni tan emocionante como desearía. pero cabe englobarse en el máximo común denominador de esta crisis que ya ha demolido una gran parte de las economías domésticas y ha engordado la cola de ese sitio en el que sellas una tarjeta cada equis meses y te dan algún dinero a cambio. pero no mucho y por poco tiempo. pues ahí estamos. la cuestión es que, después de muchas vueltas y más noches sin dormir de las que nos ha regalado la recién llegada, la navegación en solitario es la mejor opción. así que si alguno conoce de alguien que necesite de uno que sepa un poco, tampoco mucho, que no queremos engañar a nadie, de esto de internet y sus páginas, que lo diga. que aquí estamos para eso. bueno, para eso y para hacernos ricos y dominar el mundo. pero eso forma parte del plan maestro de cada uno y es mejor no desvelar los detalles. luego, ya, si eso, cuando nos entrevisten para la portada del dominical de el país.

así que nadie ha desaparecido ni se ha dormido ni mucho menos. simplemente, esto toma otra razón de ser y otro funcionamiento, mucho menos lírico y arbitrario. ni que decir queda que ha sido un placer terminar la primera fase. la segunda, como el año nuevo y su vida nueva, será mucho mejor.

molts d’anys.

desear cosas es bueno siempre que no te enfades sino las consigues. Ethan Hawke, antes del atardecer.

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ella

(escuchando morcheeba, blood like lemonade)

ella espera a que llegue el momento. bosteza, se despereza despacio. mueve los brazos para que sepamos que todo va bien, que está tranquila, que nada altera sus días y que cada cosa a su tiempo. las horas no van más allá de momentos esporádicos en los que sentir como se desarrollan cada uno de sus órganos, cada uno de sus músculos, su piel. se presenta con sus diminutos pies cerca de la cabeza. contorsionista, se recoloca para que seamos más felices si cabe: ella es ella. abre los ojos, aparentemente, para no ver nada. pero estamos ahí y lo sabe. desde fuera, más allá de pantallas en blanco y negro de imagen difusa, aparece y desaparece por debajo de la piel de mamá, le golpea la mano, le sonríe con el tacto. y mamá responde. papá la siente y contempla embobado cómo cada día es un gesto nuevo, unas horas menos para poder abrazarla. Lluís mira sin entender mucho qué sucede, pero señala el ombligo cuando le preguntan dónde esta su hermana. y se ríe porque sabe que está ahí, o porque el resto celebra que aprenda a entender a cada minuto que pasa y parezca no tener fin. aplaude y enseña sus seis dientes con sinceridad. ella le oye y se da la vuelta, también sonríe. soñar despierto tiene sus recompensas. algunas sin aliciente más que una palmada en la espalda para y un tranquilo, la próxima vez. otras, para llenarte los músculos de la cara de la felicidad más inexpresable en palabras. ninguno de los tres sabemos nada de ser una más, pero tampoco sabíamos nada de ser uno más y hemos llegado hasta aquí con todos los sueños intactos. así que, a partir del invierno, los juegos serán mejores, magníficos, enormes. viajaremos a lugares lejanos sin movernos de la habitación, bailaremos descalzos y moveremos la cabeza al ritmo de la música que nosotros queramos, nos enzarzaremos en aventuras infinitas con pausas únicamente para comer y dormir. mientras tanto, dejaremos que el verano termine de jugar con el termómetro, con una mano sobre ella. hola, Lola.

Henry Weston: cuando dice mágica, quiere decir especial?
Molly Mahoney: mágica.
Henry Weston: muy muy guay?
Molly Mahoney: mágica.

Jason Bateman & Natalie Portman, Mr Magorum y su tienda mágica.

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Baviera

(escuchando Prince, 20ten)

Alemania es un país peculiar en verano. no hay aire acondicionado, la cerveza está caliente, el agua tiene burbujas y las neveras no enfrían lo suficiente para poder saciar la sed a treinta y tantos grados. pero cuando los termómetros están por debajo de veinticinco, la mayor parte de los días, fascina en casi cada rincón. pueblos sacados de cuentos, un paisaje teñido de verde en todas sus tonalidades, una sorprendente y placentera convivencia, un cuidado orden y obsesión por el detalle. durante diez días, la furgoneta ha circulado por Baviera, dejándose acicalar por las altas temperaturas, las tormentas de primavera y los días grises. y, en su interior, las dos familias han compartido alguna cosa más que paisajes impensables a este lado del Mediterráneo, lagos interminables, letreros de impronunciables juegos de consonantes, y burbujas, muchas burbujas. entre los asientos, canciones, chistes, indicaciones, largos silencios, siestas, caminos de montaña, autopistas sin límite, sonrisas, llantos, grandes filosofadas, y una historia común de hace más de treinta años que nunca había compartido nada más allá de estas inexistentes fronteras. una historia que se completa como reedición de aquellos viajes de antaño, y que ya puede planear el siguiente, dentro de algunos años, que ahora las barrigas están por otros asuntos mucho más emocionantes. una historia que ha ampliado su límite de edad hacia abajo y que ha dejado que los niños sean los protagonistas de algunos de sus mejores momentos y que continuará sumando experiencias y pegatinas a la maleta de los que siempre han estado aquí al lado, y que, tres días después de haber dormido en nuestra propia almohada, uno sabe que no vamos a dejar marchar. un auténtico placer tenerles cerca. y que Lluís haya metido la mano en la nieve, jugado con clicks, mojado los pies en una fuente, visto relojes de tamaños impensables, subido a lo más alto de la más alta torre de la ciudad, comido fresas a mordiscos, probado los espagueti boloñesa, desayunado en hoteles, probado un montón de camas distintas, cantado y reído a carcajadas, dado pasos en medio de la MarinenPlatz de Munich, esperado a llantos, subido en teleférico, en barco y en tranvía, comido helado de todos los sabores y dormido como lirón al volver. y, sobre todo, cientos de miles de chispas de emoción poder compartirlo con el trocito que me faltaba, a mi lado, sonriendo.

beberemos margaritas junto al mar, mamasita. Susan Sarandon, Thelma & Louise.

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medianoche

(escuchando Alanis Morissette, flavors of entanglement. llamadme baboso, pero me gusta esta señorita)

dejó que las manos fueran perdiendo fuerza a medida que pasaban las palabras. en vano, intentó llegar al final de capítulo. las letras se le mezclaban con imágenes de sueños que correrían libres por el subconsciente. abría de nuevo los ojos, tratando descifrar las razones de un paseo en coche en mitad de una secuencia en un bar de jazz. Murakami en un mini del setenta y dos? estaba soñando. sus esfuerzos eran inútiles, se estaba quedando dormido. hoy tampoco lo terminaría. mejor, así tendría tiempo de pensarlo. los libros de Murakami hay que pensarlos bien antes de decidir si te ha gustado o no. porque mira que son extraños. buscó el marcapáginas del Perito Moreno que le regalaron hace tiempo y dejó constancia de que había se había perdido en la tinta de la número doscientos veintisiete. dejó el libro en la montaña de libros por leer, bebió un sorbo de agua y tanteó la mesita buscando el interruptor de la luz. la habitación quedó en penumbra, iluminada sólo por los números del despertador y la imagen de la pantalla en la que se veía a su hijo cruzado transversalmente en la cuna, dormido desde hacía ya tres horas. sonrió y la miró a ella. miró su cuello. lo besó. buenas noches, princesa. tanteó su barriga. puso la mano encima y imaginó que se movía. buenas noches. cerró los ojos y se quedó dormido.

Sam: cómo te sientes?
Andew: a salvo. contigo me siento a salvo, como si estuviera en casa.

Natalie Portman & Zack Braff, algo en común.

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fiesta

(escuchando sterling, the lonliest girl in the world)

el suelo de Son Riera tiene una textura distinta. mullida y áspera a la vez. le gusta el tacto de la hierba en las manos. se mueve deprisa, riéndose. de repente, se para y se sienta. algo ha llamado su atención. una pequeña rama. la toma entre sus dedos y la mira. es marrón, dura, rugosa. no se parece en nada a la hierba. justo al lado, una hoja seca. al intentar cogerla, se le deshace. lo deja todo y continúa su camino hacia los pantalones de su madre. al llegar, estira los brazos y llama su atención. mamamamamama. se agarra de la tela vaquera y se pone de pie. mamamamama. alguien le agarra por las axilas y lo levanta. se ríe a carcajadas. todos se ponen a cantar. aplaude. les acompaña. tata ta tatatata. le sientan en las rodillas. rodeado de un montón de niños mayores y pequeños, contempla la escena sin saber muy bien qué hacer. a este le conozco. a esta también. esta no la recuerdo. aquí están papá y mamá. bien. aplausos y todos soplan a la vez. su padre le da a probar el dulce de leche. le encanta. se mancha la cara de color marrón. lo paladea. luego le sientan en su triciclo nuevo. le gusta el triciclo nuevo. se mueve deprisa. se ríe otra vez. un momento, qué están haciendo esos? juegan con una pelota. ahora hacia la derecha. chut a la izquierda. gritan con los brazos en alto. goool. no hay que perder de vista la pelota. una galleta, mmmmm, qué rica. los invitados se van marchando uno a uno. tiene sueño. al despertar, ya no quedará nadie y será hora de irse a casa. el agua de la bañera es casi mejor que la hierba. luego la cena. un beso. buenas noches, Lluís. feliz cumpleaños.

Memphis: por qué haces eso hijo?
Mumble: porque estoy feliz, papá.

Hugh Hackman & Elijah Wood, happy feet.