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cine

mal

un viernes cualquiera de mil novecientos setenta y seis se estrenó esta gozada. ustedes mismos.

no tengo qué decirles. que las cosas van mal. todos lo saben. es una depresión. todos están sin trabajo o con miedo a perderlo, un dólar no vale más que cinco centavos, los bancos se van a la quiebra, los comerciantes guardan pistolas bajo el mostrador, los inadaptados andan libres. la gente parece no saber qué hacer y no se ve el final. sabemos que el aire es inadecuado para respirar y también lo es nuestra comida. nos sentamos a ver la televisión mientras el anunciador nos dice que hoy hubo quince homicidios y sesenta y tres crímenes violentos. como si así debería ser. sabemos que las cosas están mal. peor que mal. es una locura. todo por todas partes es una locura, por eso ya no salimos. nos sentamos en casa. poco a poco el mundo en que vivimos se empequeñece. todo lo que decimos es por favor, al menos déjennos en paz en nuestra casa. quiero tener mi tostadora, mi televisor, mis neumáticos con bandas de acero. no diré nada. sólo déjennos en paz. no, no les voy a dejar en paz. quiero que se enfaden. no quiero protestas ni disturbios. no le escriban a su congresista. no sé qué decirles que le escriban. no sé qué hacer sobre la depresión, la inflación… los rusos, el crimen en las calles. todo lo que sé es que primero tienen que enfadarse. tienen que decir soy un ser humano, maldita sea! mi vida tiene valor.

Peter Finch, Network, un mundo implacable.

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mundo grúa

barro

(escuchando el apocalipsis según mucho, mucho)

llueve barro, mucho barro. mancha las calles, las aceras, los coches aparcados, las motos, las papelereas y las farolas. mancha los autobuses de línea, los semáforos y la señalética de las autopistas. mancha los edificios, los solares, las terrazas, la arena de la playa y el mar. y mancha a las personas por fuera, un fuera que llega por dentro. no valen paraguas ni chubasqueros ni cazadoras, el barro lo traspasa todo, y llega hasta la piel. una piel que llevamos en las noches de insomnio, en las horas de diseño y programación, en cada uno de los bocados a la hora de cenar, en la cola del supermercado, en las desconexiones y cerveza y películas con los amigos. incluso debajo de la ducha. llueve barro, mucho barro. y no se va ni con jabón ni con lejía ni con nada. créanme, lo he probado casi todo. frotas y frotas y frotas y nada, que no hay manera. lo único que todavía no he probado es intentar sudar mucho haciendo ejercicio. pero no hay ningún deporte que me dé lo suficientemente bien para practicarlo mucho y llegar a sudar. alguien sabe si salir a la calle en busca de personas con un bate de béisbol se considera deporte? y, en caso afirmativo, conoce alguna tienda en la que vendan de segunda mano, que no está la economía para sustos?

adiós, adiós. gracias por pasar, adiós. babúm. ala, vaya hostia. ponte el casco, Jiménez del Oso. predica con el ejemplo. Faemino, siempre perdiendo.

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microcuentos

bits

ser bit no es fácil. porque todo el mundo tiene su lado oscuro. y no hay nada más oscuro y que guarde mejor los secretos de cualquiera que una pantalla de conectada a un ordenador o tablet o teléfono o lo que sea. antes era más sencillo. nos juntábamos en grupos de ocho, o incluso, de más mayores, de dieciséis, y nos convertíamos en personajes de juegos de acción, en parte de verdaderas obras de arte dibujadas con carácteres ascdos. incluso alguna vez formábamos parte de alguna partitura que se recreaba una y mil veces en un bucle infinito que, si tenías suerte, podía incluso entrar en la cabeza de los usuarios de aquellos ordenadores portátiles de simpleza abrumadora o máquinas de arcade, y repetirse más allá de la pantalla. yo una noche vez escuché a un viejo bit tuerto, manco y cojo, contar en una taberna cómo se había conseguido desdoblar y pasar parte de su información a la cabeza de un niño que no paraba de moverse, y se pasó todo el verano visitando lugares exóticos. bosques, su habitación, otros habitaciones de otros niños, el mar, la piscina, muchos bares distintos… hasta que la parte desdoblada se desvaneció en la memoria y él perdió gran parte de su información (una mano, una pierna y un ojo). valió la pena. valió la pena, repitió con nostalgia con la vista fijada en su pierna invisible. la verdad es que eran otros tiempos. la tecnología no se utilizaba para guardar secretos personales. es decir, existían los mastodónticos ordenadores de grandes corporaciones y gobiernos que sí utilizaban la información para fines más siniestros, pero, las máquinas personales eran algo mucho más naïf, más blanco, más sencillo. y nosotros éramos mucho más felices. ahora es demasiado complicado. miles de millones de bits nos dejamos llevar a cada nanosegundo de un sitio a otro del planeta, casi sin destino fijo. pasamos de una aplicación a otra, de un dispositivo a otro, sin apenas tener tiempo de ver lo que hay al otro lado. los datos aparecen y desaparecen en las pantallas con un simple movimiento de dedo, descartándonos al instante. incluso si formas parte de algún tipo de contenido secreto, la velocidad a la que te usan es insultante. eso, en realidad, es lo peor que te puede pasar. transformarte, de repente, en un secreto. quedas relegado a un diminuto espacio en un disco de cientos de miles de millones de bits como tú, y ves la luz muy de vez en cuando, clandestinamente, para ser apagado a los pocos instantes. por suerte, mi ciclo está a punto de terminar. creo que, si no fuera así, me buscaría la vida como virus.

para avanzar a veces hay que retroceder. Frank Oz, dentro del laberinto.

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cine

despertar

(escuchando the clash, the story)

me llamo Lester Burnham. este es mi barrio. esta es mi calle. esta es mi vida. tengo 42 años. en menos de un año habré muerto. claro que eso no lo sé aún. y, en cierto modo, ya estoy muerto. aquí me tienen, cascándomela en la ducha. para mí, el mejor momento del día. a partir de aqui todo va a peor. esta es mi esposa, Carolyn. se han fijado que el mango de las tijeras de podar hacen juego con sus zuecos? no es por casualidad. Dios, sólo con verla, me agoto. no siempre ha sido así, antes era feliz. éramos felices. mi hija Jane. hija única. Jane es la típica adolescente malhumorada, insegura, confusa. me gustaría decirle que se le pasará, pero no quiero mentirle. tanto mi mujer como mi hija piensan que soy un gran perdedor. y tienen razón, he perdido algo. no estoy muy seguro de lo que es, pero sé que no siempre me he sentido tan apático. pero, saben una cosa? nunca es tarde para recuperarse.

Kevin Spacey, american beauty

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mundo grúa

caída

(escuchando wye oak, if children)

basado en más de una historia real.

justo antes de cerrar los ojos, supo que su cuerpo ya no daba para más, que llevaba mucho tiempo sin pensar en las consecuencias de sus actos. siempre se había dejado guiar por lo que sentían sus intestinos. pero sus intestinos sentían como el culo, y así le iba todo. perder el trabajo fue sólo el principio de una larga lista de situaciones que le dejaron en la posición en la que se encontraba en ese preciso instante, una noche cualquiera de un invierno cualquiera, recostado en un portal cualquiera de una calle cualquiera y de una ciudad que podría estar en cualquier lugar del mundo considerado civilizado. primero fue el trabajo. él era un tipo listo, triunfador, marido ejemplar, padre enrollado, jefe de un legendario equipo de creadores de riqueza, reconocidos en cualquier local nocturno que se preciara, se había topado con un jefe aún más listo que había jugado al gato y al ratón con las grietas administrativas de unas leyes hechas para ganar dinero y ser feliz gastándolo todo. pero el jefe listo se encontró con un inspector aún más listo y le invitó a beber. y el alcohol y la noche siempre hablan de más. pero algunos se olvidan y otros no. el inspector no se olvidó. así que cerraron. todos a la calle. de ahí a decidir año sabático hubo un nanosegundo. y luego, la caída en picado. fiesta, resaca, sofá, descanso, intransigencia, divorcio, apatía, abandono, soledad, pobreza, calle. cómo se levanta uno tras reconocer la estupidez? el ruido de una moneda contra la acera le devolvió a la realidad. una sombra le había ofrecido un euro de lástima. cómo se levanta uno?

soy una estrella. soy una estrella, soy una estrella. soy una gran, brillante y resplandeciente estrella. eso es. Mark Wahlberg, boogie nights.

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cine

acontecimientos

(escuchando Morrissey, viva hate)

es fácil hablar desde las pantallas, pero, en estos malos tiempos para la lírica, algunos son capaces de salir a la calle a decir que no les gusta. un granito de arena, entonces.

buenas tardes, Londres. permitidme primero, que me disculpe por la interrupción. yo, como muchos de vosotros, aprecio la comodidad de la rutina, la seguridad de lo familiar, la tranquilidad de la monotonía. a mí, me gusta tanto como a vosotros. pero, con el espíritu de conmemorar los importantes acontecimientos del pasado, normalmente asociados a la muerte de alguien o el fin de alguna terrible y sangrienta batalla, y que se celebran con una fiesta nacional, he pensado que podríamos celebrar este cinco de noviembre, un día que, lamentablemente, ya nadie recuerda, dotándonos cinco minutos de nuestra ajetreada vida para sentarnos y charlar un poco. hay, claro está, personas que no quieren que hablemos. sospecho que, en este momento, estarán dando órdenes por teléfono y que hombres armados ya vienen de camino. por qué? por que, mientras pueda utilizarse la fuerza, para qué el diálogo? sin embargo, las palabras siempre conservarán su poder, las palabras hacen posible que algo tome significado y, si se escuchan, enuncian la verdad. y la verdad es que en este país algo va muy mal, no? crueldad e injusticia, intolerancia y opresión. antes teníais libertad para objetar, para pensar y decir lo que pensabais. ahora tenéis censores y sistemas de vigilancia que os coartan para que os conforméis y os convirtáis en sumisos. cómo ha podido ocurrir? quién es el culpable? bueno, ciertamente, unos son más responsables que otros, y tendrán que rendir cuentas. pero, la verdad sea dicha, si estáis buscando un culpable, sólo tenéis que miraros al espejo. sé porqué lo hicisteis, sé que teníais miedo, y quién no? guerras, terror, enfermedades… había una plaga de problemas que conspiraron para corromper vuestros sentidos y sorberos el sentido común. el temor pudo con vosotros. y, presas del pánico, acudisteis al actual líder, Adam Sandler. os prometió orden, os prometió paz, y todo cuanto os pidió a cambio fue vuestra silenciosa y obediente sumisión. anoche intenté poner fin a ese silencio, anoche destruí el O-Bailey para recordar a este país lo que ha olvidado. hace más cuatrocientos años, un gran ciudadano deseó que el cinco de noviembre quedara grabado en nuestra memoria. su esperanza era hacer recordar al mundo que justicia, igualdad y libertad, son algo más que palabras. son metas alcanzables. así que, si no abrís los ojos, si seguís afines a los crímenes de este gobierno, entonces os sugiero que permitáis que el cinco de noviembre pase sin pena ni gloria, pero si veis lo que yo veo, sin sentís lo que yo siento y si perseguís lo que yo persigo, os pido que os unáis a mí, dentro de un año, ante las puertas del parlamento, y, juntos, les haremos vivir un cinco de noviembre que jamás, jamás, nadie olvidará.

Hugo Weaving, V de vendetta.

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cardiología

final

(escuchando Brad Mehldau trio, house on the hill)

supongo que, al final, lo que pasó fue que, de tanto erosionarla, terminó por quedar sólo en la memoria. hay gente con la que las relaciones no pueden erosionarse, porque, si lo haces, desaparecen. otra, sin embargo, apenas necesita de cuidados, porque funciona sobre la base de que no se es más por comunicarse más veces, sino por querer más o menos. con ellos o ellas, es suficiente con un correo o dos de vez en cuando, con algún ese eme ese cada cuando te acuerdes de que ese día no era su cumpleaños, pero te gustó el disco que estabas escuchando y sabes que a él o a ella, también. esas son las mejores, las de verdad, las que te saben y les sabes, las que son porque tú eres así y porque ellos son así. así que, podríamos decir que lo que pasó fue que no era tan como parecía. aunque el contacto era continuo y su nombre sonaba en casi cada conversación. tú no eres amigo, me dijo una vez, tú eres familia. uf, pues casi prefiero ser amigos, oye, que los amigos no se piden tantas explicaciones.

me doy cuenta que estoy tan emocionado que apenas puedo quedarme quieto y pensar claramente. creo que es la clase de emoción que sólo puede sentir un hombre libre, un hombre libre que comienza un largo viaje de final incierto. espero cruzar la frontera, espero ver a mi amigo y darle un abrazo, y que el pacífico sea tan azul como siempre he soñado. y espero nunca más perder la esperanza. Morgan Freeman, cadena perpetua.

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microcuentos mundo grúa

reunión

(escuchando Hiromi, another mind)

nadie se había metido con ella. nadie le había dicho nada. por lo menos, en la hora y media que llevaban de renuión en el café. todo había transcurrido como siempre transcurrían estas situaciones en los últimos meses. era un encuentro de trabajo en el que se exponían los pros y los contras de una u otra forma de poner en marcha el proyecto. a su alrededor, clientes del café que iban y venían. unos hablaban, otros leían el periódico, otros se aferraban al teclado de sus portátiles como si les fuera la vida en ello. sólo una mujer no hacía nada. estaba sentada sola, con una taza de café vacía sobre la mesa. no miraba a ningún sitio, no escuchaba las conversaciones ajenas, ni movía la cabeza para escrutar las expresiones ajenas. simplemente, no hacía nada. hasta que lo hizo. se levantó muy despacio y sin hacer ruido y abrió los brazos en el mismo sitio en el que había estado todo ese tiempo. el café se quedó en silencio, expectante, mirándola. la mujer abrió la boca y gritó. lo hizo con todas sus fuerzas y durante más o menos quince segundos. era un grito monótono y sin altibajos. luego se calló. bajó los brazos, pagó la cuenta y se marchó sonriendo. durante todo ese tiempo, nadie dijo absolutamente nada. ni siquiera el camarero cuando le cobró el café. aproximadamente cinco segundos más tarde, el murmullo volvió al local como si no hubiera ocurrido nada.

Si se teme el mañana es porque no se sabe construir el presente, uno se dice a sí mismo que podrá hacerlo mañana y entonces ya está perdido porque el mañana siempre termina por convertirse en el hoy. Garance Le Guillermic, el erizo.

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cardiología

previo

(escuchando pearl jam, live at benaroya hall)

todas las noches, cuando se acostaba pensaba tranquilo, todo va a salir bien. tranquilo, no te preocupes, al final, todo sale bien. las noches dejaron de ser un espacio de tiempo para descansar. se despertaba de pesadillas imposibles, de sueños asfixiantes en los que era perseguido o insultado hasta que no podía soportarlo más. entonces abría los ojos. y pasaba horas interminables, en silencio, haciendo cábalas sobre el futuro, sobre las posibles alternativas. puede que no sea tan fácil. puede que esta partida termine perdiéndola. cada día que pasaba, se le hacía más difícil creer. hasta que la taza se llenó. no sabía la razón del cambio, pero había pasado. los nervios habían dado paso a un estado de sobriedad que había sentido en alguna ocasión antes, pero que casi tenía olvidada. inconscientemente, la había buscado en los cajones de la memoria y había encontrado la llave. va a salir bien. lo sé. va a salir bien. ahora es el momento de levantarse, de alzar las manos y la voz, de gritar que estás aquí. su voz sonaba en silencio entre los ojos. dejó de tener sueño. miró a través de la ventana y vio que estaba amaneciendo. se levantó y se metió bajo la ducha. iba a salir bien.

para averiguar si seré yo el héroe de mi propia vida o si otro ocupa ese lugar, habrá que leer hasta el final. Tobey McGuire, las normas de la casa de la sidra.

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tv

perspectiva

(escuchando Alice Russell, under the munka moon)

aquí Creighton Bernette, todavía en Nueva Orleans, que sigue estando donde la dejaron. perdón si me estoy haciendo un poco pesado. odiaría exacerbar cualquier sentido creciente de fatiga por lo del Katrina a lo largo del país. quizá ustedes hayan experimentado esta fatiga por lo del Katrina si ven la televisión o leen su periódico local. quiero decir que fue divertido durante un tiempo sentirse escandalizado por la respuesta nacional. y las fotos desde la cúpula del centro de convenciones fueron espeluznantes. Anderson Cooper estuvo aquí. Katie Couric también. pero… ahora? ahora estamos solos. y aquí está la cosa: por un tiempo, pensé que podríamos contar con nuestro sentido de pertenencia, con el hecho de que éramos, sin importar raza, clase o color, gente de Nueva Orleans ante todo. pero se acercan unas elecciones, verdad? y de ninguna manera un sentido de propósito compartido va a sobrevivir unas elecciones de Nueva Orleans, verdad? ahora hay gente abiertamente encantada con el hecho de que miles de exiliados, la mayoría de ellos negros, no podrán votar. mientras tanto, nuestro alcalde titular, percibiendo esto, habla crudamente de que Nueva Orleans sigue siendo la Ciudad Chocolate. y mientras tanto, un puñado de urbanistas idiotas están ocupados dando vueltas y poniendo puntos verdes en mapas, decidiendo qué barrios creen que deberían volver a Pantanolandia del ciprés. y, oh sí, mientras nadie estaba mirando, han despedido a todos los profesores del distrito de Orleans porque aparentemente los planes de nadie incluían al sistema de educación pública. así que, Estados Unidos, si se sienten culpables por su fatiga por lo del Katrina, aquí estoy para poner las cosas en perspectiva. no todo gira alrededor de ustedes. en serio. porque aquí, en la ciudad del desgobierno, siempre seremos nuestro peor enemigo.

John Goodman, Tremé (una de las mayores gozadas que es capaz de ofrecernos la televisión actual).