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microcuentos

continuación

(escuchando el sonido de la calle)

hoy es el último texto antes de que el dos mil trece haga su aparición en nuestros calendarios. un año de esos en los que la lista de buenos propósitos se reduce a lo básico. ganas, fuerzas, sonrisas, amor, salud. así que, a pesar de que es viernes y es día de cine, sin que sirva de precedente, apetece continuar una historia que empezó hace años y que maduró como principio de algo más grande.

el detective Nestor Castillo se quedó sentado en la butaca, mirando la foto de aquella hermosa mujer que se reía. a pesar de que su nueva cliente ya se había marchado, podía ver su imagen perfectamente nítida, sentada en la silla, triste, apagada, sin colores. necesito que encuentre a esta persona, le había dicho, y le había entregado la foto que ahora tenía entre las manos. él, sin pensar en las dificultades de un caso así, lo había aceptado. aunque sólo fuera por intentar llegar a fin de mes o, sin admitirlo, porque le encantaría ver sonreír a alguien como ella. tal vez incluso con él a su lado. ser un detective soñador no le estaba llevando a ninguna parte, eso lo sabía. pero ponerse el traje de duro le había servido durante muchos años. ahora también? por dónde se empieza a buscar la alegría de alguien? no tenía ni la más remota idea. encendió su enésimo cigarrillo y echó el humo despacio. la foto quedó atrapada en la niebla espesa, que se quedó allí, flotando, como si quisiera devorar la imagen. el detective sopló despacio. el humo fue desapareciendo y dejó entrever los pequeños detalles que había en aquel trozo de papel brillante. las luces de algún bar servían como fondo de un decorado que se completaba con otros elementos clásicos de una noche de copas. en primer plano, una mesa baja, en la que había un par de botellas de cerveza medio llenas, dos vasos de tubo con, aparentemente, gintónic, a juzgar por las botellas de tónica que los acompañaban, un cenicero con tres colillas apagadas, y un plato con frutos secos. detrás de la mesa, un sofá rojo y, a los lados, dos pequeños taburetes cilíndricos, tapizados de tela del mismo color. en el centro de la imagen, sentados en el sofá, sofá había cuatro personas que se habían juntado para hacerse la foto. la segunda por la izquierda era ella, con la boca abierta, riéndose con todo el cuerpo. cerró los ojos y escuchó. en el local sonaba música pop, el little talks de of monsters and men, que hacía que el tiempo se detuviera en un instante de perfección. les oyó decir esto hay que inmortalizarlo. vamos a hacernos una foto. oye, nos puedes hacer una foto?, le preguntaron al camarero que pasaba por allí. claro. y se juntaron todos en el sofá. decid gintóniiiic, les dijo el joven vestido de negro y zapatos rojos, con la cámara en la mano. todos rieron. el flash lo iluminó todo. el detective volvió a abrir los ojos. podía empezar por ahí. cogió un bolígrafo y abrió la libreta por una página en blanco. cosas que la hacían feliz, escribió. y empezó una lista.

y ahora, algo completamente diferente… un hombre con tres nalgas. John Cleese, the Monty Pyton flying circus.

feliç 2013.

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