(escuchando a las cigarras)
las situaciones más surrealistas requieren diálogos surrealistas. no?
Arturo: porque yo soy Rey.
aldeano: y como lo consiguió? explotando a los trabajadores, aferrándose a un dogmatismo imperialista que perpetúa las diferencias económicas y sociales de nuestra sociedad.
Arturo: silencio! te ordeno que te calles!
aldeano: ordena, eh? pero quién se creerá que es?
Arturo: soy vuestro Rey.
aldeano: ah, si? pues yo no le voté.
Arturo: a los reyes no se les vota.
aldeano: entonces, cómo llegó a ser Rey?
Arturo: la dama del lago, con el brazo enfundado en brillante seda, sacó una espada del fondo de las aguas significando así la divina providencia que yo, Arturo, debía portar la espada. por eso soy vuestro Rey.
aldeano: oiga, que a una mujer le dé por repartir espadas mojadas no es base para un sistema de gobierno. el supremo poder ejecutivo deriva de la voluntad de las masas, no de una absurda ceremonia acuática.
Arturo: silencio.
aldeano: no pretenderá ostentar el supremo poder ejecutivo porque una furcia natatoria le tiró una espada… lo mismo podía ir yo por ahí diciendo que soy Emperador porque una tia me lanzó una cimitarra… me llevarían al manicomio!
Arturo: pero bueno, te quieres callar?
aldeano: ah, ya está. la violencia inherente al sistema. socorro, socorro! me están reprimiendo!
Grahan Chapman & John Cleese, los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores.