(escuchando sexy Sadie, dream covers)
watchmen.
los vigilantes han saltado a la pantalla. en ella, recrean, plano a plano, lo que aparece en las viñetas del cómic de Alan Moore. y esa es su única traba. lo del plano a plano. porque el lenguaje del papel impreso no es el mismo que el cinematográfico. la estructura de la acción, las frases, las razones para cada secuencia, parecen quedarse cortas en una versión en fotogramas de la considerada una de las mejores historias gráficas de todos los tiempos. el nuevo lenguaje cinematográfico que inauguró Zack Synder en El amanecer de los muertos y que tan buenos resultados en taquilla le dio en 300, es muchas cosas, pero no cine. es espectáculo visual, es animación de tebeos, es tener muy poca imaginación para narrar y mucho talento para recrear el alma de las viñetas. es saber de cromas, de texturas, de cámaras digitales, de ordenadores, de sonido. pero no de cine. aunque la mejor manera de disfrutarla sea en una sala de cine.
gran torino.
a los setenta y ocho años ha decidido retirarse de la interpretación. y lo ha hecho con una historia que demuestra que es uno de esos hombres que viven de, por y para el cine. Clint Eastwood no dirige, cuenta, emociona, comunica, habla, escucha, sabe, aprende. y no actúa, es. gruñe, protesta, se queja, refunfuña. Walt Kowalsky, su alter ego en la pantalla, es el último de los héroes de verdad. un hombre tan golpeado por la muerte que lo ha aprendido casi todo de la vida. un hombre que no pretende ir más allá de su porche, que sólo quiere volver a respirar aquel aire que tenía cuando ella estaba viva y podía cuidar de sus hijos. nunca he sabido entenderlos, dice la parte escondida de su existencia. a la cara es Harry Kallahan, más allá, el silencio emocionante de lo que no hace falta contar. Clint Eastwood aparece en la pantalla para demostrar al mundo que los efectos especiales son necesarios sólo cuando son necesarios, que las películas son para contar historias y que, si esas historias divierten o te hacen llorar, es culpa de las historias. que para contarla sólo hace falta saber contarlas. todo lo demás, es otra cosa.
padre Janovich: por qué no llamó a la policía?
Walt Kowalski: bueno, recé para que vinieran, pero no apareció nadie.
Christopher Carley & Clint Eastwood, gran torino.
2 respuestas a «cal y arena»
peliculón el gran torino. te quedas prendado de las palabras farfulladas por el gran clint eastwood. esa voz áspera de la versión original casi sin despegar los dientes. y te duele perderle como actor pero le ganas en cada visión que haces de su trabajo.
menos mal que todavía quedan maestros, que el cine se hace con pasión y ganas, que las historias se cuentan con paciencia y sabiduría, que hay grandes guiones por escribir, grandes interpretaciones y personas detrás de la cámara que saben cuántos segundos son necesarios para cada frase o cada mirada. qué bueno, qué bueno.