(escuchando Brad Mehldau trio, house on the hill)
supongo que, al final, lo que pasó fue que, de tanto erosionarla, terminó por quedar sólo en la memoria. hay gente con la que las relaciones no pueden erosionarse, porque, si lo haces, desaparecen. otra, sin embargo, apenas necesita de cuidados, porque funciona sobre la base de que no se es más por comunicarse más veces, sino por querer más o menos. con ellos o ellas, es suficiente con un correo o dos de vez en cuando, con algún ese eme ese cada cuando te acuerdes de que ese día no era su cumpleaños, pero te gustó el disco que estabas escuchando y sabes que a él o a ella, también. esas son las mejores, las de verdad, las que te saben y les sabes, las que son porque tú eres así y porque ellos son así. así que, podríamos decir que lo que pasó fue que no era tan como parecía. aunque el contacto era continuo y su nombre sonaba en casi cada conversación. tú no eres amigo, me dijo una vez, tú eres familia. uf, pues casi prefiero ser amigos, oye, que los amigos no se piden tantas explicaciones.
me doy cuenta que estoy tan emocionado que apenas puedo quedarme quieto y pensar claramente. creo que es la clase de emoción que sólo puede sentir un hombre libre, un hombre libre que comienza un largo viaje de final incierto. espero cruzar la frontera, espero ver a mi amigo y darle un abrazo, y que el pacífico sea tan azul como siempre he soñado. y espero nunca más perder la esperanza. Morgan Freeman, cadena perpetua.
Una respuesta a «final»
Grandes reflexiones de un metro sesenta y cuatro. Ves como al final el tamaño no importa? i a menjar panades, salutacions!