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reunión

(escuchando Hiromi, another mind)

nadie se había metido con ella. nadie le había dicho nada. por lo menos, en la hora y media que llevaban de renuión en el café. todo había transcurrido como siempre transcurrían estas situaciones en los últimos meses. era un encuentro de trabajo en el que se exponían los pros y los contras de una u otra forma de poner en marcha el proyecto. a su alrededor, clientes del café que iban y venían. unos hablaban, otros leían el periódico, otros se aferraban al teclado de sus portátiles como si les fuera la vida en ello. sólo una mujer no hacía nada. estaba sentada sola, con una taza de café vacía sobre la mesa. no miraba a ningún sitio, no escuchaba las conversaciones ajenas, ni movía la cabeza para escrutar las expresiones ajenas. simplemente, no hacía nada. hasta que lo hizo. se levantó muy despacio y sin hacer ruido y abrió los brazos en el mismo sitio en el que había estado todo ese tiempo. el café se quedó en silencio, expectante, mirándola. la mujer abrió la boca y gritó. lo hizo con todas sus fuerzas y durante más o menos quince segundos. era un grito monótono y sin altibajos. luego se calló. bajó los brazos, pagó la cuenta y se marchó sonriendo. durante todo ese tiempo, nadie dijo absolutamente nada. ni siquiera el camarero cuando le cobró el café. aproximadamente cinco segundos más tarde, el murmullo volvió al local como si no hubiera ocurrido nada.

Si se teme el mañana es porque no se sabe construir el presente, uno se dice a sí mismo que podrá hacerlo mañana y entonces ya está perdido porque el mañana siempre termina por convertirse en el hoy. Garance Le Guillermic, el erizo.

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