(escuchando marlango, life in the tree house)
Moisés dice que Leonor Watling es una tía rara. y te das cuenta de que tiene razón cuando aparece en el escenario del patio del castillo de Bellver con un vestido negro, unos zapatos de tacón rojo y el maquillaje simulando un antifaz negro que le cubre los ojos. luego se pone a cantar. y el público sabe que va a ver algo más que a una mujer disfrazada sobre un escenario. es una actriz que le pone voz a un montón de historias con las que no contábamos hace un par de años. grabamos el primer disco para tener algo que regalarle a los amigos y la familia. pero todo se nos desbordó un poco. y, al final, vamos a tener que dedicarnos a esto, contó Alejandro Pelayo desde los teclados. a la formación original de voz, piano y trompeta, se le suma un guitarrista de la isla, el guiño completo a una noche a la que le costó arrancar, pero que terminó por levantar a los asistentes de su silla, pidiendo más. porque Watling sabe cómo convencer de forma casi imperceptible a su público. pequeños movimientos twist, susurros, sonoras carcajadas y un aire de bruja malévola que agita la luna y estruja el universo entre sus dedos. y Alejando es su contrapunto humano, un hombre que conoce bien a su compañera de escenario y llena sus huecos, sus silencios. y la hace reír, y moverse, y contar historias. y la música va a juego. la pequeña banda dejó los instrumentos rítmicos en algún lugar del estudio y vino con lo puesto a despertar la imaginación sonora de los que disfrutaban de estar en un lugar privilegiado, el castillo redondo que corona la ciudad, en cada golpe de compás con los ojos cerrados. y le añadieron a Germán Coppini y sus golpes bajos en unos ojos de la gente en los que da miedo perderse, pero que, a veces, ayudan a compartir el silbido de un pequeño vals con el público, en la más absoluta intimidad del recuerdo entre ella y yo, cogidos de la mano. un vals que sirvió para que, hace ya cuatro años, vestidos con la emoción de los que acaban de unirse para siempre, viviéramos una de las noches más mágicas de nuestras vidas. la primera de muchas.
yo te llevo. Leonor Watling, life in the tree house.